Por José Suárez Núñez (@petrofinanzas)El general Gómez envió tropas al Zulia en julio de 1925 para reprimir la primer huelga petrolera. Ese mismo año las compañías comenzaron a emplear mujeres en Maracaibo como secretarias y mecanógrafas. El Gobierno declaró que las minas eran propiedad de los Estados y la administración del gobierno Federal.
El reventón del pozo Barrosos-2, en diciembre de 1922, fue una impresionante sorpresa que registraron los cronistas de la época, y a través del telégrafo también trascendió en Londres y Nueva York, donde ya hacían las maletas inversionistas de los bancos y los fondos de la época para llegar primero a Venezuela, y hacer negocios donde se había descubierto el pozo petrolero más rico del mundo, según reportó The New York Times.
El gobierno del general Gómez había repartido miles de hectáreas a media docena de amigos y seguidores, que eran abogados y comerciantes, pero no tenían los recursos y la tecnología apropiada para desarrollar el negocio.
Eso explica que el gobierno de Juan Vicente Gómez, en junio de 1923, constituyese la empresa Corporación Venezolana del Petróleo. Al divulgarse la noticia, Willis Cook, ministro de la delegación estadounidense en Caracas, se dirigió al Departamento de Estado, para notificarle a su gobierno el suceso, explicándole que se fundó con el exclusivo propósito de encargarse de las concesiones que eran propiedad del general Gómez, sus familiares y amigos.
Sin perder tiempo, para el 25 de octubre de 1923, el Departamento de Estado de Estados Unidos se dirigió directamente al general Gómez para manifestarle su interés en adquirir el 40 por ciento de la concesión Planas para compañías estadounidenses, al considerar la actitud negativa del ministro de Fomento (para esos años manejaba los asuntos petroleros).
El gobierno estadounidense reaccionó tan rápidamente, entendiendo que eso era lo apropiado, cuando Antonio Alamo, representante de la Standard Oil Venezuela -pasando por encima de la autoridad del ministro de Fomento-, recibió directamente del general Gómez el anuncio de que el Gobierno encontraría una rápida y satisfactoria solución a la controversia legal por la concesión Planas.
En junio de 1924 el gobierno venezolano otorgó a la Compañía Marítima de Paraguaná un permiso para construir un terminal de trasbordo en Los Taques, Estado Falcón, que utilizarían todas las empresas petroleras en el futuro. Unos días después, Venezuelan Oil Concession, arrendó todos los ejidos de Cabimas a un bolívar por hectárea.
En esa misma semana, una delegación de las concesionarias con terminales en la península de Paraguaná, intentó entrevistarse con el general Gómez para protestar por el contrato otorgado a la compañía Marítima de Paraguaná. No faltó la protesta de la firma estadounidense ante el Encargado de Negocios de Estados Unidos por el contrato concedido en Paraguaná.
Para finales de 1924 hay otras novedades en Maracaibo, con una población superior a la de Caracas y la presencia de nuevas compañías en la actividad petrolera, y para octubre, comienzan a enrolar mujeres en los empleos de telefonistas, secretarias y mecanógrafas. Se produce un revuelo en la sociedad marabina.
Mientras comenzaba a surgir la riqueza también se presentó la inflación. La Caribbean Petroleum (Shell) descubrió el campo Concepción y terminó un pozo profundo a 20 kilómetros al oeste de Maracaibo.
Comenzó la producción del campo La Paz y el gobierno declaró que las minas eran propiedad de los Estados, pero su administración correspondía al Gobierno Federal, y se promulgó una de las primeras leyes sobre los hidrocarburos.
Otro hecho trascendental repercutió en Maracaibo el 21 de julio de 1925, cuando los trabajadores petroleros del área del Lago Maracaibo -aunque no estaban debidamente organizados-, decidieron ir a la huelga por el rápido aumento del costo de la vida y las condiciones infrahumanas de trabajo. El movimiento estaba dirigido por el fogonero Luis Augusto Malavé, quien según los historiadores de la época, era margariteño, y como muchos paisanos de la Isla, emigraron a Maracaibo.
El 27 de julio de 1925 el presidente Juan Vicente Gómez envió tropas a Maracaibo para reprimir la huelga. Los trabajadores pedían un 20 por ciento de aumento y lograron un aumento del salario equivalente a 1 dólar estadounidense diario.