Por José Suárez Núñez (@Petrofinanzas)
Nicholas Ord Watson, un pelirrojo alto y flaco, a quien todos llamaban Red Watson, se había formado en los campos petroleros de la Shell, en Tampico, México, y apareció en Maracaibo, en el pueblecito de La Rosa, como uno más de los cientos de exploradores o aventureros estadounidenses, que venían a hacer fortuna en Sudamérica, a principios de los años 20 del siglo pasado.
Watson apareció en Maracaibo, en el pueblo de La Rosa, donde se produjo el reventón del pozo Los Barrosos en 1922, que puso a Venezuela en el mapa mundial petrolero. Para esos años, los más solicitados eran los perforadores que contrataban en el exterior los “scout” de Shell, Exxon y Gulf.
Pero muchos otros venían por su cuenta. Cuando llegaban a Maracaibo se daban fuertes abrazos, porque el sitio donde se habían visto antes era en México o Irán.
Watson estaba allí durante el reventón de Los Barrosos de 1922, que los petroleros lo identifican como el pozo LR34. Para esa fecha trabajaba para una filial de Shell. Muchas de las crónicas de la región registran que Watson llegó al taladro apenas unos minutos después del reventón.
Pero se puso a trabajar de inmediato porque se irritaba cuando se desperdiciaba el petróleo, y quería aprovechar hasta la última gota. Relatan que cuando alguien expresaba admiración por su habilidad, él repreguntaba ¿Qué otra cosa se podía hacer?
Cuentan que en el sitio del reventón, por una tubería de producción de 6 pulgadas, salía del pozo una corriente de petróleo que se elevaba en el aire en unos 45 metros, antes de caer al agua.
Mientras una cuadrilla trataba de controlar el pozo, Watson mandó otra cuadrilla a Maracaibo con instrucciones de comprar todas las lonas que consiguieran. Otra cuadrilla se encargó de reunir barriles de petróleo vacíos. Para esa fecha se utilizaban cuando no había oleoductos.
Cuando llegaron las lonas al poblado de La Rosa, Watson formó el ejército de costura más grande que se hubieran visto antes en Suramérica, y las largas tiras de lonas tenían casi dos metros de ancho. Los trabajadores las cosieron por cada extremo hasta que tuvieran, una tira de lona de dos metros de ancho, que visto desde lejos, parecía tener kilómetros de largo.
Ataron pesas al lado inferior de la lona, y en el lado de arriba se amarraron los barriles vacíos. Los barriles se dejaron flotar en el Lago, las pesas halaban la lona hacia el agua, de modo que formaron un dique que encerraba las 4 hectáreas alrededor del pozo.
Seis días demoraron en controlar el pozo y durante ese tiempo Watson, bombeaba el petróleo de la superficie del agua. En cuanto se llenaba “el tanque de lona”, lo bombeaba hasta vaciarlo. Casi 60.000 barriles de crudo, alrededor de 10.000 barriles diarios, se bombearon a tanques en tierra. Lago Petroleum se ufanaba de que no se había perdido ni una “sola gota de petróleo”.
Las tácticas de Watson tenían a los ejecutivos de la Shell en Holanda caminando en círculo, en los proyectos que se llevaron a cabo cuando estaba trabajando con la empresa competidora Lago Petroleum (Exxon), que lo habían nombrado jefe de Perforación.
Uno de los principales perforadores de Watson era Joe Heitman, un texano alto, que había perforado pozos en todas partes del mundo petrolero de esos años, desde el Panhandle hasta la costa del Golfo. Heitman llegó a Venezuela con otros tres texanos, Earl Bland, Sam Hardage y Ray Garrison. Cinco minutos después que dejaron el barco en Maracaibo, los cuatro estaban listos para regresar.
Reunieron todo su dinero en un sombrero, pero no era suficiente ni para el pasaje de regreso de uno sólo. Así que se emborracharon. Bland, Hardage y Garrison, cuando consiguieron el dinero para comprar el pasaje de regreso se fueron. Heitman no se fue. Después se supo que se había enamorado del país y de una zuliana, y no quería estar en otro lugar.
Los hombres que buscaron petróleo en esta tierra antes de 1928, la única idea clara que tenían eran los menes de asfalto, pero desconocían la extraordinaria que existía en el Lago, del cual se han extraído alrededor de 40.000 millones de barriles de crudos pesados, livianos y medianos. Aún en el 2016, los veteranos perforadores consideran que el Lago de Maracaibo no se ha perforado profundamente, con las nuevas tecnologías.
Esa área impresionante tiene la forma de una pera, cuyo rabillo es un canal que conecta el lago con el golfo de Venezuela, en el lugar donde se refugiaban los piratas y corsarios frente a las tormentas, e irónicamente, con la orientación de los relámpagos del Catatumbo.
El lago tiene 155 kilómetros de longitud, 120 kilómetros de ancho y una superficie de 13.000 kilómetros cuadrados. Las primeras concesiones se otorgaron en 1907 por el presidente Cipriano Castro y no existía de parte del Gobierno, ninguna facultad para retener para de las concesiones.
El presidente Gómez dio el gran salto de las concesiones y en 1909 otorgó una que abarcaba 26 millones de hectáreas a un compañía británica, quizá por desconocimiento o mal asesoramiento. Esa concesión cubría 12 estados y el territorio Federal Delta Amacuro.
En la Venezuela de esos años se producirían las historias más impresionantes de exploradores y detrás de estos, sus filiales, “scout” y grandes compañías de la época, que aún existen, como Gulf, Shell y Exxon, con otros nombres. Se transferían contratos de concesiones, en las bolsas de valores de New y York y Londres y nadie sabía nada de lo que estaba sucediendo en los campos petroleros, la producción y las reservas, hasta que a partir de 1917, que se produjo la primera exportación de crudos.
Hasta que se aprobó una ley petrolero en 1945, el gobierno empezó a conocer lo que tenía en el subsuelo.
(Esta es una recopilación de historias que registraron en sus archivos de esos años, las empresas petroleras nacionales de Creole, Shell y Gulf, y otras 18 petroleras que tuvieron concesiones en Venezuela).