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Por José Suárez Núñez

La mayoría de los libros y estudios de investigación sobre los emprendedores y la innovación se enfocan en teorías, métodos y técnicas, pero si estudia la vida y las palabras de Steve Jobs, el innovador más excitante del mundo en las últimas décadas, descubrirá que todo comienza con algo que todos tenemos: pasión.

 

El economista Paul Krugman, columnista del periódico The New York Times y Premio Nobel de Economía 2008, acota que el secreto del innovador es usar esa pasión y transformarla en ideas, productos y servicios. La mayoría de los emprendedores que han cambiado el mundo, encuentran su punto de partida en la pasión y es un asunto que no se enseña en las escuelas de maestría en administración de negocios, porque no puede cuantificarse.

 

Docenas de emprendedores han tenido ideas impresionantes, con pasión, con ganas de sobresalir y de cambiar al mundo. Así debió sucederle a Andrew Carnegie,  el magnate siderúrgico que desarrolló una manera barata y eficiente de producir acero que en su momento cambió el negocio y las instalaciones de las acerías.

 

Las ideas también pueden surgir mientras hacían otras cosas. Henry Heinz, mejor  conocido por la salsa de tomate que lleva su apellido, desarrolló también la olla a presión, los vagones de trenes refrigerados para transportar alimentos y productos y las técnicas de envasado al vacío.

 

En ninguno de los casos, los innovadores estaban en laboratorios, sino que estaban trabajando, en los sótanos de sus casas o en sus paseos, pero ardía una pasión, que es un combustible emocional que impulsa la visión y la creación. Se arriesgaron pensando que iban a cambiar el mundo.

 

 

 Imagen original: http://1.bp.blogspot.com/-4C40Q_2JSqc/ULFruzy4zUI/AAAAAAAAAAk/M5YyEimzySc/s1600/500456927_056.jpg