Un chocolatero barloventeño que piensa en grande Un chocolatero barloventeño que piensa en grande

 

Por José Suárez Núñez

“Gran Cacao”, así decidió bautizar a su negocio el barloventeño Adolfo Hernández López. La compañía se dedica a la fabricación y comercialización de chocolate, una actividad a la que ha estado vinculado desde 1995 desde la siembra hasta la venta de ese producto criollo.

 

Se dice que en Venezuela se produce el mejor cacao del mundo, pero Suiza, Holanda, Estados Unidos y otros países europeos en los que no se cultiva el cacado venden más cacao y fabrican más bombones que nuestro país y tienen negocios muy sólidos en esa especialidad.

 

En 1956 la mayor producción de cacao fue 23.000 toneladas y en 1984 cayó a 10.000 toneladas. No obstante esas circunstancias, Hernández tiene confianza en impulsar el negocio. Ha recibido un financiamiento de la Banca Comunitaria Banesco y buscó un socio.

 

Durante muchos años Hernández López trabajó en solitario. En 1995 empezó a procesar y vender chocolate con una estrategia original. Su familia ha estado en el negocio desde hace muchos años.

 

Participó en un taller organizado por unos técnicos italianos, también en cooperativas que nunca prosperan, porque según Hernández López no saben administrarse y gastan los recursos de inmediato y después no tienen capital de trabajo para seguir.

 

Hernández López considera la actividad chocolatera como un negocio, pero también emocionante. Se las arregla para asistir a empresas donde hay suficiente personal, organiza reuniones de trabajo y allí consigue promotores que alecciona en el negocio, para que vendan sus bombones de chocolate.  De esa manera ha logrado tener docenas de promotores que día a día se multiplican.

 

La intención de Hernández López es distribuir y comercializar sus chocolates en todo el país. No sólo va directamente a clientes determinados, también suple el chocolate blanco para las reposterías y llega a personas que hacen en sus casas bombones artesanales, los cuales están en esa red que está conformando.

 

Un amigo del estado Vargas, Elio Pérez, fue una gran ayuda para iniciar el negocio. A Hernández López le surgió la idea de su propia fábrica cuando vio caer la primera gota de cacao del proceso industrial.

 

Hasta principios del siglo XX, en Venezuela tradicionalmente se llamó “grandes cacaos” a los latifundistas y comerciantes, pues el cacao era el principal producto de exportación. Las cosas han cambiado y la  cosecha y venta del cacao pasó a ser una actividad económica menor.

 

Hernández López considera que puede convertirse en un gran cacao, por eso le puso ese nombre a su compañía.