Los incondicionales Los incondicionales

Por José Pulido (@josepulido2015)

Sin la acción de los hermanos Pinzón, navegantes expertos, le habría sido más difícil a Cristóbal Colón descubrir un nuevo continente. Martín Alonso, Vicente Yáñez y Francisco Martín Pinzón eran tres hermanos de Palos de la Frontera que se destacaron como navegantes y participaron en el difícil primer viaje de Cristóbal Colón. La veteranía y el conocimiento de ellos hizo más viable la gran aventura de Cristóbal Colón, esa que cambió el rumbo de la humanidad.

Martín Alonso era el capitán de La Pinta y Vicente Yáñez capitaneaba La Niña. Las dos carabelas se movían con ligereza. El tercer hermano, Francisco Martín, era el maestre de La Pinta. Los marineros avezados de la zona del Tinto-Odiel, se incorporaron a la aventura siguiendo a Martín Alonso, cuyo prestigio era muy sólido.

Escalar el monte Everest por primera vez fue una hazaña inolvidable también, aunque no tenga la trascendencia de lo que consiguió Colón. Pero puso a prueba la capacidad humana, la voluntad y la resistencia física. Subir sin el respaldo de las técnicas actuales los 8.848 metros de altura del monte Everest parecía casi imposible, por eso, cuando por primera vez dos hombres alcanzaron esa cima, se calificó de hazaña heroica.

Tenzing Norgay y Edmund Hillary lograron escalar el monte Everest  a las 11:30 de la mañana del 29 de mayo de 1953. En realidad no iban solos: era una expedición encabezada por el coronel John Hunt, integrada por 40 guías sherpas, doce escaladores y una verdadera multitud de cargadores. Aunque Hillary era un avezado escalador con mucho coraje, el respaldo de Tenzing Norgay fue fundamental para lograr esa hazaña.

Simón Bolívar tuvo en Antonio José de Sucre al perfecto colaborador y amigo. Bolívar reitera con énfasis: «…El general Sucre es el padre de Ayacucho: es el redentor de los hijos del Sol: es el que ha roto las cadenas con que envolvió Pizarro el imperio de los Incas. La posteridad representará a Sucre con un pie en el Pichincha y el otro en el Potosí, llevando en sus manos la cuna de Manco-Capac y contemplando las cadenas del Perú, rotas por su espada…»