Aprender a imaginar Aprender a imaginar

Michelle Roche

@michiroche

 

Alabar la importancia de la lectura durante la niñez sonará para muchos como un vacío lugar común, pero la realidad es que esta actividad es capital para el desarrollo cerebral durante los primeros años. Esto se debe a que la lectura promueve la imaginación y el pensamiento abstracto, dos herramientas esenciales para saber resolver problemas. En el largo plazo, leer desde la infancia facilita a los seres humanos mantener el hábito durante la adultez y la formación de individuos cabales. Si bien no existe ningún estudio que pruebe que los lectores frecuentes son mejores personas que los que no leen de forma habitual, sí los hay que muestren evidencia sobre la relación entre la lectura y el espíritu crítico. Los lectores críticos son ciudadanos más exigentes y más apegados a la libertad y la democracia.

La literatura infantil es la rama del mundo de las letras dedicado a la formación de lectores desde los primeros años de vida. Según informes de especialistas del Centro Regional para el Fomento de la Lectura y el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe, como la imaginación está estrechamente vinculada con la formación de pensamiento, la literatura infantil ayuda a los niños a comprender el mundo, a hacer abstracciones y a entender cómo resolver problemas. Cabe destacar que, en los diversos encuentros del sector que se hacen en América Latina y Europa, autores y analistas de literatura infantil señalan que el prurito con respecto al género ha disminuido y que ahora se le reconoce la misma importancia que a la literatura dirigida a los adultos.

Según los expertos, los libros infantiles son la base de la educación y, por supuesto, de la socialización. Por esa razón es que las leyendas primigenias de los pueblos, las fábulas y los relatos que una vez fueron orales y se transmitieron de generación en generación, han sido llevadas al formato de libros para niños. Hoy en día, entre los géneros de la literatura infantil se encuentran los cuentos, los poemas, el teatro. Existe también un llamado juego didáctico en el cual se incluyen las adivinanzas, las fábulas, los refranes y otras herramientas que permitan a los infantes sacar moralejas por asociación.

Por lo explicado hasta ahora, la literatura infantil abarca desde los meses de nacido del bebé hasta los ocho años de edad del infante. El rango de la literatura juvenil comienza temprano y se extiende más o menos hasta los 14 años, pues a partir de los 15 años un ser humano es capaz de leer cualquier pieza informativa. Las etapas de la literatura para niños están bien diferenciadas porque se refieren a planes de lectura para la formación intelectual: desde los seis meses a los tres años se recomiendan libros objeto fáciles de manipular con temas monográficos como los relacionados a la familia o la escuela; entre los tres y los seis pueden narrarse breves anécdotas e incluirse cuentos populares y en la etapa que va hasta los ocho años, las narraciones de fantasía e imaginación.

El objetivo de estos programas de lectura es crear lectores críticos. Además de contribuir a largo plazo con la creación de personas racionales y capaces de sentir empatía por el otro, la literatura infantil cumple una función a corto y mediano plazo que es tan importante como la formación de pensamiento crítico: permiten a los niños el desarrollo de fantasías, con lo que configuran su personalidad y asimilan conceptos de ética y estética.

La Feria Internacional de Libro de Guadalajara es uno de los espacios más importantes para la discusión de este tema, no sólo porque desde su fundación hace 29 años presenta el pabellón infantil más grande de entro los que pueden encontrarse en las ferias iberoamericanas, sino porque cada año dedica dos espacios cruciales a hablar sobre el tema. El primero es el Catálogo Iberoamericano de Ilustración, donde resultan premiados los mejores dibujantes de publicaciones para niños de la región y el segundo es el Encuentro de Promotores de la Lectura donde importantes estudiosos debaten sobre los hábitos de lectura de la región y ensayan políticas públicas y planes de lectura.

Hace un lustro, el encuentro El libro para niños y jóvenes: un mercado en crecimiento, celebrado como parte de la programación de la Feria del Libro de Guadalajara Ana María Machado estuvo entre sus invitadas. La brasileña es periodista, autora de libros para niños y miembro de la Academia Brasileña de las Letras y habló de la necesidad de incorporar el arte y la literatura al proceso de desarrollo de los más pequeños, para lo que señaló que es muy importante la preparación docente: “Siendo lector, el profesor conseguirá elegir buenos textos para ofrecer a los alumnos sin ninguna dificultad”. Añadió que la discusión en el sector no debería articularse alrededor de la reflexión sobre si el niño lector será un lector adulto: lo crucial es que es un derecho humano inalienable del infante tener acceso a la lectura: “El futuro de su lectura es consecuencia de lo que construye en el presente, y también de sus características personales. Lo importante es que él tenga oportunidades para que ese futuro exista, si así lo desea algún día”.

 

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