Por Ignacio Serrano @IGNACIOSERRANO
Llega la temporada 2016-2017 del beisbol profesional venezolano. Es tiempo de repasar algunas cuentas pendientes de esa batalla que irá desde el 6 de octubre hasta, quizás, el próximo 30 de enero.
Águilas del Zulia
Lipso Nava regresa como piloto, después de una ausencia de cinco años.
Su alejamiento fue voluntario. La gerencia quería mantenerle como manager, después de verle corregir con éxito el descalabro inicial del boricua Mako Oliveras en el torneo 2011-2012. Tenía el apoyo de la fanaticada y del clubhouse.
Nava rechazó la oferta, aludiendo que necesitaba recabar experiencia y recorrer camino, antes de permitirse la transición de interino a titular.
Muchas cosas han cambiado desde entonces. Ya no están el astro Gerardo Parra ni Alex Torres, y es improbable que la mayoría de las figuras de la franquicia puedan ayudar, especialmente Carlos González y Ernesto Mejía.
Nava también ha cambiado. Se ha consolidado en las granjas de los Gigantes de San Francisco como un prometedor estratega. Ahora está listo, dice. Le toca demostrarlo.
Bravos de Margarita
El único equipo que experimentó un incremento en su taquilla la temporada pasada, a pesar de la severa situación económica y social, es también la única franquicia que aún no ha disputado una final.
No pudieron los Petroleros de Cabimas. No pudo Pastora de Occidente. No pudo Pastora de Los Llanos. No han podido los Bravos.
La divisa ha emprendido un ambicioso plan de modernización de su tren gerencial y ha buscado arraigarse al orgullo insular de las nuevas generaciones. Posiblemente eso explique la respuesta del público hace un año.
Pero hace falta más. Sólo las victorias causan el romance definitivo, como se ha probado tantas veces (y últimamente en Puerto La Cruz). Una final de los neoespartanos sería un paso firme en esa dirección.
Cardenales de Lara
El equipo con peores resultados en los años recientes necesita urgentemente revertir su suerte.
Parece una mala broma. Los pájaros rojos apenas avanzaron una vez a los playoffs durante un lustro, así que apoyaron con entusiasmo la propuesta de aumentar de cinco a seis el número de clasificados a la postemporada, el campeonato pasado, abrazando, además, un complejo sistema de puntos, que eliminó el tradicional balance de victorias y derrotas como rasero para determinar quién avanzaba y quién no.
El resultado fue devastador: los larenses cerraron con récord positivo y habrían trascendido con el viejo sistema; en cambio, con el nuevo formato por puntos terminaron eliminados, en el séptimo lugar.
Hace mucho que los crepusculares no son una fuerza en la LVBP, como en los tiempos de Luis Sojo, Robert Pérez, Edwin Hurtado y Giovanni Carrara. Necesitan volverlo a ser.
Caribes de Anzoátegui
Ha sido una década exitosa para la tribu. Han ganado dos coronas. Han ido ininterrumpidamente a los playoffs desde el torneo 2009-2010.
Los aborígenes han construido una escuadra competitiva, que mezcla talento joven e insurgente con veteranos dispuestos a demostrar que les queda gasolina en el tanque. La mano de Magglio Ordóñez y la gerencia de Samuel Moscatel han dado frutos.
Este club exitoso todavía tiene una cuenta pendiente: completar la conquista de su plaza. Son décadas de afición oriental por Caracas y Magallanes; años de admirar a leyendas como Camaleón García y Antonio Armas.
Hay un creciente entusiasmo en las tribunas del estadio Chico Carrasquel, y un orgullo terco por completar la tarea. Todavía abundan las gorras de Leones y Navegantes en las visitas de turcos y melenudos, pero la bullanguera barra, los cánticos nacidos en la cercana “Caldera del Diablo” y la vinculación con los Marinos de Anzoátegui, el competitivo multicampeón de la Liga Profesional de Baloncesto, han ido ganando terreno.
¿Qué tal otro título, para seguir afianzando el amor por la franquicia?
Leones del Caracas
Ganar la corona. No hay otra opción ni mayor deuda por cobrar en la capital. Caracas es la organización más ganadora en la historia de la LVBP: son 20 trofeos, incluyendo los tres del Cervecería.
El punto en esa enorme cosecha está en las pocas victorias que han venido a partir de los años 90. Son apenas tres lauros en los últimos 26 torneos, obtenidos en las campañas 1994-1995, 2005-2006 y 2009-2010.
Fanáticos y medios de comunicación acuñaron hace tres décadas el mote de “Los Eternos Campeones”, al referirse a los felinos. Por eso, no tienen otra opción ni mayor deuda que ganar la corona para hacer válida su fama.
Navegantes del Magallanes
Los turcos están en el extremo opuesto de los Leones: han disputado las últimas cuatro finales, y han ganado dos de ellas. ¿Qué cuenta podrían tener pendiente?
¿Ganar?, por supuesto. Todos quieren hacerlo. Pero hay un logro al alcance de la nave, en caso de repetir lo hecho en las últimas zafras.
Sólo ha ocurrido una vez en la historia que una divisa de la LVBP ha llegado a cinco finales corridas, desde la creación del formato que prevé un choque directo entre los últimos dos sobrevivientes. Pasó hace poco. Lo hicieron los Tigres de Aragua, en la década pasada.
Los bengalíes, de hecho, disputaron siete al hilo. Pero esa es otra historia. La tropa de Carlos García, por lo pronto, saldrá en busca de su quinta, que ya sería una fiesta.
Tiburones de La Guaira
Ya no está Pedro Padrón Panza, el legendario ex dueño de los litoralenses, y se retiraron todos los peloteros que hicieron de esta, en su momento, la organización más exitosa de la LVBP. Pero Oswaldo Guillén está de vuelta, ahora como estratega.
Guillén no quiere que le hablen de la Guerrilla, aquel fabuloso grupo de jugadores al que perteneció, que ganó fama debido a su pimentosa forma de competir y a los triunfos obtenidos en el terreno.
No quiere que la gente recuerde el pasado. Quiere labrar un presente exitoso. Y eso, para un club que no celebra un título desde enero de 1986, ya es mucho que decir.
Mientras la divisa busca poner fin a tres décadas de sequía, Guillén emprende un desafío de enorme consideración: poner en juego el prestigio que ganó en las Grandes Ligas en sus tiempos como manager de los Medias Blancas de Chicago, hasta ahora el único piloto latinoamericano con una celebración en la Serie Mundial.
Tigres de Aragua
Tantos respetan a Buddy Bailey como tantos otros le malquieren. El polémico dirigente está de vuelta a su casa, al lugar donde se dio a conocer. Es el segundo manager en el conteo histórico de coronas en la liga y el único que ha logrado seis galardones con una misma franquicia.
El regreso de Bailey a Maracay es ya una cuenta pagada. Carlos Guillén, actual presidente de los bengalíes, dijo alguna vez que le habría puesto al frente de su proyecto, en caso de no haberlo despedido su predecesor, en plena campaña 2013-2014, y de no haber firmado con los Tiburones algunas semanas antes de él tomar el mando de la oficina.
Era cierto lo que decía Guillén. Tanto, que le ofreció ser el coach de banca de Eduardo Pérez apenas el estadounidense fue inesperadamente dado de baja por La Guaira.
El veterano todavía no es el mandamás de los Tigres, lo que sucederá eventualmente, si Pérez por fin emprende carrera como estratega en las Grandes Ligas. Por lo pronto, llevará las riendas en las primeras semanas, mientras el titular esté ausente debido a una suspensión.
Bailey repetirá una y otra vez que todos los juegos son iguales. Pero no lo son para los aficionados, que seguramente hablarán con morbo el 4 de noviembre, cuando los escualos visiten por primera vez a Aragua.