Mi casa, mi oficina Mi casa, mi oficina

Cada vez son más quienes se suman a la tendencia de trabajar desde la comodidad del hogar, lejos del bullicioso tráfico y la formalidad de una oficina. Acá algunos de ellos comparten la experiencia de personalizar sus espacios y los expertos sugieren algunas claves para un lugar más armonioso, dedicado a la faena.

Con paciencia de artesano, Nathalia Forkin le ha dado vida al atelier desde donde emanan sus ideas. Tres años después de iniciadas las obras en una gran casa rústica y antigua es cuando puede decir que está a gusto con su espacio, tal y como lo soñó.

Su oficina ocupa un nivel completo, con suficiente espacio para una mesa de corte para telas grandes, una máquina industrial, su escritorio restaurado, un espejo grande hecho a la medida, mobiliario Luis XV y XVI y recientemente una butaca orejera personalizada, elaborada por ebanistas en el interior del país.

El estilo del lugar es romántico, con mucho blanco y plateado, tal como lo visualizó Forkin desde el momento en que llegó a la casa. “Yo sabía cómo quería mi espacio. Está pensado por y para el diseño de modas. No puedo decir que hay un solo objeto que me guste, porque en realidad es el conjunto de todo lo que me inspira. Es un espacio tranquilo, donde me siento segura, donde nadie me molesta y me relajo, sobre todo cuando estoy a mil”.

La jornada, que organiza junto con el cuidado de sus dos pequeños, comienza temprano y en días de lanzamiento de colección se prolonga hasta la madrugada. Actualmente, pasa allí las horas trabajando en su Capsule 2015 que se presentará este mes y que estará llena de brocados, brillo e inspirada en el lujo, con piezas que se pueden utilizar por separado y lucen tanto de día como de noche.

“Mi oficina es mi burbuja de cristal que no quiero que nadie toque. Es un lugar muy cuidado y protegido. Es mi zona de ideas, donde se genera todo lo que quiero proyectar con mi marca, todo está muy vinculado a eso, es un espacio elegante, ameno, sutil y cuidado al detalle”.

Toto Aguerrevere

Escritor

En la que fuera la biblioteca de su casa, rodeado de enciclopedias desplazadas por la era Google, Toto Aguerrevere comenzó a construir “su casita de árbol”, en la que suele encerrarse desde las 8:00 a. m. “Decidí poner todos los libros que me leo, que me inspiran y también aquellos que hubiese querido escribir. El gusto es absolutamente mío, con cosas de adultos, pero también con lo que me gustaba de niño: robots, una lonchera Meteoro que me fascina, muchos souvenirs que colecciono de todos mis viajes y mis soldaditos de plomo, que están por todas partes”.

Además de varios cuadros que colecciona, un Ávila muy peculiar se asoma por una de sus ventanas. Se trata de una obra del artista Hayfer Brea con un cerro hecho con esponjas y un cielo de pañitos Yes. “Tengo vista del Ávila en toda la casa menos en la oficina. Lo llamo mi ventanita personal, pues por una veo un araguaney que tarda en florear y, por la otra, tengo este Ávila”. Dos sillas lo acompañan en su espacio: una Herman Miller de cuero en la que suele sentarse cuando se siente importante y otra con ruedas que le permite dar vueltas por todas partes y estirarse con comodidad. La musa fluye en cualquier momento y lugar, por lo que en el resto de la casa no faltan las plumas, bolígrafos y papelitos tipo post-it para anotar las ideas.

Fue precisamente su decisión de trabajar desde su vivienda y escribir sobre las cosas que suceden en una casa disfuncional lo que lo dio a conocer a través de su blog, escritos que luego se recopilaron en su libro Cuentos de sobremesa. “Es lo que hace la señora de servicio, las discusiones con mi mamá, lo que pasa detrás de una casa realmente”. Desde ahí también se produjo La hora loca y ya esboza las ideas para el que sería su cuarto libro de cuentos cómicos que saldrá a la venta el próximo año. También trabaja en su columna de humor que cada semana publica en el portal El Estímulo. “Mi espacio es una bodega de ideas donde el dueño y el cliente soy yo”.

Liliana Ávila

Diseñadora de carteras

Su lámpara de los años treinta, que se divisa encendida desde una pequeña ventana, indica que se encuentra en plena faena. Casi siempre sucede a medianoche, cuando se permite la desconexión total acompañada de sus pantuflas de plumas. La musa está en marcha y se deben evitar las interrupciones.

En esta especie de búnker, localizado en la planta anexa de la casa, trabaja desde hace diez años, cuando decidió emprender su negocio artístico que felizmente coincidió con la maternidad. Desde entonces comparte el cuidado de sus dos hijos con las tareas cotidianas de una empresa hoy consolidada. “Mi oficina no es típica, se caracteriza por tener un desorden ordenado. Si la ordenan, me la desordenan. Está llena de objetos que me inspiran, de juguetes retro, libros de referencia, revistas que he coleccionado de todas partes del mundo, todos con un denominador común: el arte. No soy una diseñadora comercial, me identifico más con el arte que, incluso, con la moda. Mi espacio es cómodo, práctico, creo que en mi proceso creativo me ayuda mucho ver cosas que han estado conmigo desde que comencé en este oficio”. De ahí que también guarda acreditaciones a los fashion weeks y el primer logo de su firma.

En un baúl con aires de modernidad almacena diseños que aún no ha terminado, lejos de clientas que piden ver carteras exclusivas. Un cuadro bastante clásico junto a un mapamundi se observan en la oficina, acompañada por la Virgen de la Luz. “Siempre cuidan los espacios”.

La decoración no tiene un estilo específico. “Se vincula con mi gusto ecléctico, yo no compré todo en un mismo sitio. Mi oficina realmente es un gran clóset lleno de tesoros, cosas que tienen gran valor artístico, sentimental e intelectual”.

Su título de abogado, junto a su medalla de grado, también está en la oficina, pero como un recordatorio de un gremio al que no pertenece. “No es mi esencia. Lo malo en esta vida es ser algo que no eres”. Una de las paredes del estudio cambia de color con frecuencia. Desde 2014 luce de color marsala, casualmente elegido como la tonalidad del año por Pantone.

Desde allí trabaja en su nueva colección que estará disponible este mes, protagonizada por el color rosado como una invitación al rescate de la femineidad y la elegancia de la mujer.

Fuente: ElNacional.com