Mundos de tinta y papel
Un libro no es un fajo de hojas limitado por portada y contraportada, como lo concibieron los estudios tradicionales sobre el tema en Venezuela, abundantes y valiosos por otros respectos, al basar la investigación en el registro físico y anecdótico y al limitar su análisis a modelos teóricos historicistas y cuantitativos, sin apreciar la dinámica social propia de la época colonial. Desde la perspectiva culturalista que ilumina este estudio, ganador de la Bienal de Ensayo Enrique Bernardo Núñez
2006, decir libro es decir también autor, lector, distribución, comercio, control, censura: lo que la comunidad lectora determina con sus prácticas sociales, usos e imaginarios. A través de sus páginas, amenas y bien escritas, Diego Rojas Ajmad redescubre con lucidez ante el lector la realidad del libro como objeto cultural dentro de la formación de la nación venezolana en los siglos XVIII y XIX. Libro y nación así imbricados nos permiten comprender las diversas prácticas que desde la cultura escrita pensaron e hicieron posible la convivencia social imaginada
. Desde ella y para ella, el libro se revela entonces no sólo como instrumento de saber que homogeniza y deslinda a la vez las configuraciones sociales, sino como instrumento de poder que define las relaciones entre los individuos y las instituciones; y también como instrumento de utopía, tribuna de la alteridad, que se opone al orden de lo establecido.
Edda Armas.
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