La respuesta de los techos La respuesta de los techos

La respuesta de los techos

  • La atención de Alexis Romero sigue fija en las obsesiones centrales de sus libros anteriores, pero ahora con una mayor intensificación del diálogo con ese otro, máscara del mismo hablante, ser emparentado por el común oficio de la escritura. Se afana en alcanzar la cercanía y el reconocimiento de ese otro. De este modo la interlocución literaria se suma a una geografía anímica primigenia, asentada en el mundo guayanés, dominada por las voces familiares, el canto de las aves, la luminosidad sin opciones, la misteriosa habla de los ríos, una cierta reciedumbre mineral y el milagro de sus frutos y flores, en aras de cultivar un campo aledaño, donde ha de brotar, de nuevo, el poema. La respuesta de los techos es, sobre todo, el lugar donde se escenifica una suerte de diálogo monológico, de soliloquio literario, enmascarado bajo distintas formas como la interpelación, la apelación, el reconocimiento, el reclamo, el mensaje, la conversación, el agradecimiento o la plegaria; siempre desde la tácita confianza de quien se sabe cómplice. El hablante lírico, restringido simbólicamente al ámbito del encierro y la soledad, busca en los techos el lugar de las respuestas (o quizás de los ecos), el espacio metafórico escogido para ubicar la referencialidad de ese interlocutor presente-ausente: el otro escritor, con quien se establece una suerte de comunión, nacida de un mismo imperativo vital.
  • Arturo Gutiérrez Plaza.

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