No es tarde para alabar
En No es tarde para alabar son varias las formas en las que Rowena Hill logra enfrentar la lúcida conciencia del derrumbe, el acabamiento y la desolación con la búsqueda de una condición espiritual aún regida por el imperativo de lo sagrado. Una inteligencia poética capaz de poner de manifiesto, acudiendo con frecuencia a la ironía, las consecuencias inexorables del paso del tiempo (la vejez, el deterioro corporal, la decrepitud), observa también, y a un mismo tiempo, gracias al viaje por distintas geografías (Cubagua, España, Birmania, Vietnam, Tíbet, India o el páramo andino) y espacios mitológicos, diversas formas de expresión de lo sagrado; construyendo una mirada capaz de preservar lo primordial del instante, sin dejar de desmontar las imposturas que el mismo rito conlleva. Se trata de un libro donde podemos encontrar que las acechanzas del tiempo sobre la existencia dan cauce natural a una voz femenina que postula su derecho al reclamo, la rabia o el desamor, pero que al mismo tiempo celebra y posterga hasta el extremo el momento para la alabanza y el (re)encuentro con lo esencial.
Arturo Gutiérrez Plaza.
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