La evolución del telecajero La evolución del telecajero

La confianza de los clientes en instituciones bancarias que privilegien el autoservicio ha marcado la transformación constante de los cajeros automáticos, que a la fecha alcanzan más de cuatro décadas de existencia. En este cambio constante, el futuro asoma la sustitución de la tarjeta por otro tipo de dispositivos -de nuevo el móvil-, o bien del uso de otro tipo de tecnología para el reconocimiento del usuario.

Ideados por Shepherd Barron y con poco más de 40 años de existencia (el primero de ellos fue instalado en 1967, en la ciudad de Londres en una sucursal del Barclays Bank), los cajeros automáticos o ATM (Automatic Teller Machine) revolucionaron la atención bancaria y desde entonces han ido evolucionando simplificando hasta lo posible la complejidad de las operaciones de cada individuo e intentando optimizar el ahorro de tiempo.

El retiro de dinero en efectivo las 24 horas del día, los siete días de la semana es la función básica de todo telecajero, no obstante, nunca es suficiente. La efectividad y competitividad también pasa por optimizar estos terminales electrónicos.

Además del retiro en efectivo, la actualización de libretas, el depósito de dinero, pago de servicios públicos, envío de remesas al extranjero (al menos en otros países), adquisición de boletos, recargas de teléfonos móviles, bonos de transporte, consulta de saldos y transferencias bancarias son hoy día operaciones naturales para un cajero automático.

Las instituciones financieras sin embargo meditan la manera de optimizar los servicios que prestan a sus clientes y trasladar gran parte de ellos a estos terminales electrónicos. Desde la solicitud de créditos al instante, concesión y pago de hipotecas y más.

Otro tanto es la posibilidad de que los cajeros reciban tanto billetes como monedas, y con ello se hagan también autónomos. Es decir, se retroalimenten constantemente.

En la mira, sin embargo, está la posibilidad de que estos servicios y los tradicionales se realicen sin el uso de la tarjeta.

Algunas entidades bancarias apuestan por una tripulación entre el teléfono móvil y el servicio de SMS que le permita al usuario recibir una clave para realizar sus operaciones.

Este uso del celular como una suerte de tarjeta particular va un tanto más lejos de esta ya simple transacción.

Con la seguridad como norte, la incorporación de la tecnología chip en las tarjetas permitirá, al menos es lo que se piensa, reducir el fraude financiero y falsificación en un 60%. Lo que se busca es blindar al usuario desde el uso de su tarjeta personal en las transacciones que realice.

A largo plazo sin embargo está el uso de las huellas dactilares, del iris o el reconocimiento corporal como principal clave de acceso a la cuenta personal desde un cajero electrónico.

Y no es ciencia ficción. A la fecha, en Japón, ya existen terminales ATM que reconocen las huellas dactilares como llave a las cuentas personales.

Desde el diseño del propio equipo, los desarrolladores trabajan en ofrecer al usuario una experiencia que sea más humana con interfases que aporten una usabilidad más intuitiva. El reconocimiento de la tarjeta sin necesidad de introducirla en el cajero; y por supuesto el Touch Screen más sofisticado, está entre los requerimientos ineludibles.

La personalización de las pantallas en función de cada usuario, es decir, la posibilidad de filtrar y organizar el terminal en función de los servicios y operaciones que cada quien requiere es otra de las promesas en este territorio.

Las propuestas de diseño también pasan por ofrecer desde el acceso al equipo una mayor privacidad. En el caso del BBVA, el prototipo que trabaja junto a Fujitsu pasa por una rotación de 90 grados desde la pared, dejando muy pocas posibilidades de que el siguiente en la fila pueda ver la naturaleza de las operaciones que su predecesor realice.

El cuidado puesto en este peculiar dispositivo obedece, claro está, a las necesidades e inclinaciones de los usuarios.

Según una investigación de la firma NCR realizada en 11 países -citada por la página web iProfesional.com-, el “67 % de los consumidores prefieren ser clientes de una empresa que privilegia el autoservicio”.

En la actualidad, España es el país con más número de cajeros automáticos por habitante de Europa, y el segundo del mundo detrás de Japón. Para su cumpleaños número 40 se contabilizaban alrededor del planeta 1,3 millones de cajeros automáticos.

En Venezuela, la totalidad de las instituciones bancarias poseen sus propios cajeros automáticos. Las principales redes son Conexus y Suiche 7B y están interconectadas desde agosto del año 2000. Tales cajeros permiten hacer prácticamente todas las funciones tradicionales del mismo y recientemente, en algunas instituciones, hasta el depósito de cheques.

Fuente: El Universal