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Por José Suárez Núñez

La vitrina de la industria petrolera son las estaciones de servicio, aunque esta no sea la actividad más productiva por lo cual las compañías las pasan a terceros para que se beneficien y defiendan el logo. Esta es la última fase del negocio, el contacto con el consumidor final donde se venden gasolinas, diesel y lubricantes.

 

Hay otros destinos a dónde van los derivados de los hidrocarburos. La industria automotriz, aeronáutica, naval, espacial, petroquímica, eléctrica y otras muchas. No obstante, aun representan un peso importante los más de 1,2 millones de vehículos que circulan, navegan y vuelan alrededor del planeta.

 

En Estados Unidos la industria petrolera presentó un crecimiento importante en la primera mitad del siglo XX: Cuando habían alcanzado el control casi absoluto del negocio, el gobierno de Estados Unidos las obligó a desmembrarse para romper el monopolio que había constituido John D. Rockefeller. Los grupos de accionistas se fueron acomodando y fusionando, aunque casi todas estas marcas estadounidenses persisten en la escena petrolera.

 

Cuando se produce la expansión de la industria petrolera, todo ese enjambre de negocios estaba encabezado por un grupo de empresas a las que se llamaba las “Siete Hermanas”. Estas firmas manejaban desde la perforación del pozo, la producción del crudo, la refinación y la distribución hasta llenarle el tanque de gasolina de su auto.

 

Después de la Segunda Guerra Mundial, un grupo de empresas petroleras europeas, principalmente británicas y holandesas, se incorporarían a las de Estados Unidos como las dominantes del mercado energético. Los gobiernos de estas firmas europeas ejercían el papel de protectorados de la mayoría de los países árabes del Medio Oriente y tenían el control de las concesiones petroleras de la región.

 

Enrico Mattei, fundador de la empresa petrolera italiana ENI, en los años sesenta bautizó ese conglomerado petrolero de empresas británicas, holandesas y estadounidenses  como las “Siete Hermanas” por la unidad y férreo control como manejaban el monopolio de los negocios petroleros.

 

Estas eran la Standard Oil (Exxon) de Estados Unidos; Royal Dutch Shell (Gran Bretaña y Holanda); Anglo Persian Oil Company, conocida luego como British Petroleum; Standard Oil of New York (Mobil); Standard Oil of California (Chevron); Gulf Oil Corporation; y Texaco.

 

El nombre se quedó cuando, al paso de varias décadas y con la ola de nacionalismos que surgieron en los países productores, las Siete Hermanas perdieron el control del petróleo en el Medio Oriente y pasaron a manos de reyes, emires y jeques. Con la nacionalización del petróleo en los países árabes y en otras regiones del planeta, el periodista británico Mortimer Zuckerman del Financial Times, bautizó ese poderoso bloque estatal de poderosas empresas petroleras como las nuevas Siete Hermanas.

 

Las herederas de ese valioso activo heredado que en la mayoría de las empresas no fueron indemnizadas son Aramco,  de Arabia Saudita; Gazprom de Rusia; CNPC de China; NIOC (National Iranian Oil Company); Pdvsa (Venezuela, que sí pagó las respectivas indemnizaciones) ; Petrobras (Brasil) y Petronas (Malasia).

 

No hay información  absoluta disponible de sus beneficios, pero si hay una aproximación por la que se pueden llegar a las cifras. Aproximadamente, la cuarta parte del consumo mundial de energía, se vende a precios subsidiados. Las finanzas públicas de las naciones que aplican esos subsidios, sufren desequilibrios en sus economías porque casi regalan el precio de las gasolinas  y el diesel, y los venden a precios por debajo de los costos. El ejemplo son los países de la OPEP.

 

La OPEP ha declarado que los países del G8 más Rusia, cobraron impuestos a la gasolina por un monto superior al que invierten los países de la OPEP, en la producción de crudos. Hay otras cifras para hacer comparaciones, sobre las maneras de manejar los negocios.

 

ExxonMobil tiene unas reservas mínimas y facturó 467.000 millones de dólares en su comercialización del 2012, con una nómina de 76.900 trabajadores. Pemex, la empresa petrolera estatal de México, que fue una de las grandes de décadas pasadas, registró ventas por 126.000 millones de dólares con una nómina de 150.000 trabajadores y un rendimiento neto positivo de 200 millones de dólares, en el 2012.

 

Otro indicador importante es que en los años 70 las empresas petroleras internacionales tenían en su poder el 85% de las reservas conocidas de los hidrocarburos convencionales. En la actualidad esa tendencia ha sido rebasada, ya que son las empresas petroleras estatales las que son propietarias y controlan el 94% de las reservas petroleras mundiales.

 

A partir del 2011 estás cifras podrían variar porque Estados Unidos y otros países de economía capitalista, han descubierto grandes volúmenes de crudos de esquisto.

 

Los pronosticadores han dicho que en las próximas tres décadas se observarán cuatro novedades: concluirá la era petrolera; vendrá el auge del gas; reaparecerá el carbón; crecerá el interés en los biocombustibles, las energías nuclear, solar, eólica y la hidroelectricidad. Habrá que esperar para conocer cuánto acertaron.

 

 

 

 

Imagen original: http://oilpro.com/img/usermedia/4ueDf_Wq802eX4aVHnplsA/original.png