#Volveraloslibros Cien Años de Soledad #Volveraloslibros Cien Años de Soledad

MICHELLE ROCHE
@MICHIROCHE

La novela donde se refiere la saga de la familia Buendía es el relato icónico del llamado “boom” de la literatura latinoamericana. Escrito por el colombiano Gabriel García Márquez, este libro es, después de Las Aventuras del Ingeniosos Hidalgo Don Quijote de la Mancha, el texto en castellano más leído y traducido del mundo. Ha vendido más de 30 millones de ejemplares y se le ha traducido a 35 idiomas. García Márquez ganó el Premio Nóbel de Literatura en 1982 y se convirtió en el cuarto latinoamericano en recibir tal galardón –antes de él estuvieron Pablo Neruda, Miguel Ángel Asturias y Gabriela Mistral. El escritor Argentino Julio Cortázar alertaba en su época que el llamado “boom” no era un certificado de madurez de la literatura latinoamericana, sino que su valor estaba más bien popularizar la narrativa nacional entre los propios habitantes de la región y en darla a conocer al exterior, en especial entre los españoles, quienes hasta ese momento habían sido la referencia cultural de sus antiguas colonias.

Cien Años de Soledad narra la historia de las siete generaciones de la familia Buendía que habitaron en Macondo (un pueblo ficticio), donde sufren los estragos de la guerra civil, la imposición de una compañía bananera internacional y décadas de lluvias en una saga que entreteje con desparpajo la verdad y la mitología. Gracias a esta novela se inmortalizó el género denominado “realismo mágico” que con el tiempo se hizo la condena más persistente de la crítica internacional a la producción narrativa de la región. Este término etiqueta la producción literaria Latinoamérica desde los años sesenta y alude a la aparición de lo inverosímil como algo cotidiano. García Márquez señaló con frecuencia que esta denominación era arbitraria, pues el continente más que la ficción de sus escritores, es mágico, atrapado como está entre la utopía de progreso y sus supersticiones religiosas. El realismo mágico es la manifestación cultural de esta región mestiza, un híbrido de las culturas europeas, africanas y el elemento nativo Amerindio. En el discurso que diera el Gabo –como le llamaban quienes le tenían cariño en su continente— cuando aceptó el Nóbel señaló: “Poetas y mendigos, músicos y profetas, guerreros y malandrines, todas las criaturas de aquella realidad desaforada hemos tenido que pedirle muy poco a la imaginación, porque el desafío mayor para nosotros ha sido la insuficiencia de los recursos convencionales para hacer creíble nuestra vida. Este es, amigos, el nudo de nuestra soledad.”

Si el realismo mágico es el retrato más coherente de la región, los Buendía son el epítome de la sociedad latinoamericana: obsesionada por las milagrosas invenciones de los países desarrollados, pero incapaz de hacer tales portentos útiles para su vida cotidiana. Así, los Buendía viven alienados en su pueblo legendario gritando consignas mudas a los habitantes del mundo, como caricaturas de una región donde las transiciones son eternas y los dramas, comedias.