Asfalto y Sodoma Asfalto y Sodoma

Por José Pulido (@josepulido2015)

Al inicio de este año, un grupo de arqueólogos bajo la dirección del profesor Steve Collins, desenterró unas ruinas pertenecientes a las ciudades de Sodoma y Gomorra.

Según la Biblia, esas ciudades fueron destruidas por Dios, quien solo tardó unos minutos para castigar a los persistentes pecadores que habitaban Sodoma y Gomorra.

Los arqueólogos sí se tomaron su tiempo: durante diez años excavaron en Tall el Hammam hasta encontrar el histórico y misterioso  lugar. A Sodoma y Gomorra las llamaban “las ciudades del llano”. Las excavaciones fueron realizadas en una llanura, en el Valle del Jordán.

Según los datos conocidos, Sodoma y Gomorra eran ciudades vecinas y en el valle donde estaban ubicadas abundaban los pozos de asfalto. Dios lanzó una lluvia de fuego y azufre y no sólo  hizo arder Sodoma y Gomorra: otras ciudades cercanas también se quemaron.

En su libro de historia Las guerras de los judíos, Flavio Josefo cuenta sobre la existencia de un lago que él llama “laguna de asfalte”. Josefo dice que con el líquido de esta laguna remendaban y tapaban los huecos de las embarcaciones.

Los terrones de pez que flotaban en el lago de asfalto que menciona Flavio Josefo “eran tan grandes como toros sin cabeza”.Tal vez Josefo aludía al Mar Muerto que han llamado desde hace mucho tiempo “mar de asfaltite”, pero de todas maneras, es bueno destacar que esa extensión de agua ultra salada está rodeada de pozos de asfalto. Leer Las guerras de los judíos es una experiencia fascinante.

Flavio Josefo comenta que “Vecina es de este lago la tierra de Sodoma, fértil en otro tiempo, tanto en sus frutos como en la riqueza; ahora toda está quemada, y se tiene por cierto haber sucedido, y haber sido destruida por la impiedad e injusticia grande de los que allí habitaban, con rayos y con fuego del cielo, pues aun hoy hay señales y reliquias de este fuego enviado por Dios, y se pueden ver aún las señales de los cinco lugares o ciudades…”

También señala Josefo que en esas tierras nacen frutas de colores frescos y normales, pero cuando se agarra alguna “se vuelve en la mano cenizas y humo”.