Museo del transporte – Caracas en 450 Museo del transporte – Caracas en 450

Delia Meneses 

Le llamaban los vikingos. Un grupo encabezado por funcionarios del Ministerio de Obras Públicas de la época y varios particulares, la mayoría individuos robustos, a la cabeza del pelirrojo Antonio Agostini, ingeniero y segundo director en la historia del Parque del Este. A finales de la década de los 60 esta tropa recorría Venezuela en gandolas recopilando piezas de transporte abandonadas. Hubo jornadas intensas, como la del rescate de la Estación Zig Zag del Ferrocarril Caracas-La Guaira. Desmantelaron la estructura y la bajaron de la montaña pieza por pieza para trasladarla en camiones a su sede actual: el terreno de casi dos hectáreas, cedido en comodato por la Nación, donde funciona el Museo del Transporte desde 1970.

Saliendo de la autopista Francisco Fajardo, en el Distribuidor de Santa Cecilia, se encuentra este espacio que reúne más de cien años de la historia del transporte en Venezuela. Desde un avión DC3 que desembarcó en Normandía en 1944 hasta la carreta de Isidoro Cabrera, pasando por una carreta Landau igual a la que transportó a Simón Bolívar desde la calle real de La Candelaria hasta la quinta Anauco. También está una silla de mano, donada por la Fundación Eugenio Mendoza, que evoca los días coloniales cuando los mantuanos se hacían transportar por manos esclavas. La fundación privada Museo de Transporte está a cargo de una colección, considerada como la más importante de América Latina, que hasta hace poco estuvo integrada por 104 carros, doce locomotoras, diez aviones, carruajes, carretas, embarcaciones, maquetas, decenas de automóviles en miniatura, centenares de fotografías y una biblioteca, con más de mil títulos, que contiene la historia rodante de Venezuela. Pero el principal activo del museo son sus autos. En 1904 comenzó a circular por Caracas el primer automóvil traído al país, un Cadillac que le regaló el ministro de Francia a doña Zoila de Castro, esposa del general Cipriano Castro. Lo único que queda es una imagen y en el museo está. El lugar, que forma parte del Sistema Nacional de Museos, reúne todo el patrimonio presidencial venezolano en materia de vehículos, desde el Lincoln L que utilizó Gómez (al que llamaban “el gomero”) hasta el Packard Patrician 1951 que utilizó Carlos Andrés Pérez en 1974.

También está el Rolls Royce 1951 que le regalaron a Marcos Pérez Jiménez, que luego trasladó a Rómulo Betancourt y donde paseó Cantinflas cuando vino a Caracas; la ambulancia Cadillac del 70 donde trasladaron al ex presidente Raúl Leoni antes de su muerte y que cinco meses después fue testigo de las últimas horas de aliento de la ex primera dama, su amada Carmen Menca de Leoni. Detrás de cada pieza existe una historia que está en peligro. Los recursos propios, siempre insuficientes, han colocado al museo en varias oportunidades al borde del cierre técnico. Desde 2011, el recinto está amenazado por una petición de desalojo por parte del Ministerio del Ambiente, que sigue sin resolverse. Y, en los últimos tres años, ha sido objeto de 29 hurtos. “Quienes trabajamos aquí defendemos algo que no es nuestro, pero que es de todos”, afirma Alfredo Schael, presidente de la fundación Museo del Transporte.

Te invitamos a realizar el recorrido por toda la ciudad en el libro: Caracas en 450. Un homenaje a Caracas en su aniversario, colección: Patrimonio.

Descarga el libro aquí

Editores: Vicepresidencia de Comunicaciones y RSE de Banesco y Mirelis Morales Tovar.

[box]Este libro es una dosis de “caraqueñidad”. Sus 450 historias concentran la esencia de nuestro gentilicio, pues sus páginas responden entre líneas a las preguntas de dónde venimos, qué somos y hacia dónde queremos ir. Trajimos de vuelta las anécdotas de nuestros tiempos de grandeza. Aquellas que hablaban de la ciudad más prometedora de América Latina. No con intención nostálgica, sino con el propósito de concientizar sobre el potencial humano y creativo que existe en Caracas, el cual constituye un patrimonio tangible y valioso para los años de reconstrucción que están por venir. Hicimos una selección de lugares de interés y de espacios públicos para guiar a los lectores a un reencuentro con la capital y, de esa manera, romper con el cerco que ha impuesto la violencia. Esta lista constituye una invitación a salir en grupo para retomar los parques y las plazas, donde se produce naturalmente el encuentro con el otro, donde nos identificamos, compartimos y retroalimentamos como ciudadanos.[/box]