En la la tercera edición de Palabras para Venezuela, los invitados de honor del evento que tuvo lugar en las instalaciones de Ciudad Banesco fueron Derek Walcott y Muhammad Yunus.
Palabras de Juan Carlos Escotet
Muy buenas noches a todos. Ciertas voces tienen una admirable capacidad y una peculiar fuerza para atravesar grandes distancias; con sensibilidad e inteligencia se desplazan por el mundo; lo extraordinario es que logran ser acogidas más allá de sus lenguas y de sus culturas. Así como profesan la vocación de crear y permanecer en un lugar determinado, también hay quienes, a partir de sus raíces, viajan por el mundo y las ofrecen, las comparten con otros, con muchos otros.
Si nos preguntásemos cuánta proximidad o cuanta lejanía sentimos ante nuestros invitados, un poeta nacido en la Isla de Santa Lucía, y un economista nacido en Bangladesh, podríamos detenernos sólo en el aspecto de la distancia geográfica, pero hay otros asuntos mucho más sustantivos que el número de kilómetros para pensar y sentir si un visitante es tajantemente un extranjero, o si aunque haya venido de otra parte, de un lugar más allá del nuestro, es alguien con quien tenemos alguna vecindad, un conjunto pequeño o no tan pequeño de afinidades, temas y percepciones comunes. Porque esa es justamente la pregunta de fondo que explica este encuentro que hemos llamado “Palabras para Venezuela” y que hoy, por tercera vez, se cumple con el mismo entusiasmo con que lo soñamos ya hace algunos años. En el 2003 vinieron desde Polonia Lech Walesa y desde Argentina Ernesto Sábato. En el 2005 desde Costa Rica llegó Oscar Arias, y .luego de un largo viaje llegó Mijail Gorbachov, desde la enorme Rusia; hombres cuyas vidas han estado determinadas por sus respectivas geografías y realidades, y que sin perder nunca ese tejido, esa modulación que los hace diferente, pudimos escucharles y recibir de cada uno elocuentes pensamientos para luego cada quien escoger y guardar en su memoria algunos de ellos.
Palabras para Venezuela se fundamenta en una idea de apariencia sencilla, pero que constituye ella misma una de las grandes preguntas de la humanidad, el reconocimiento, el incalculable valor que tiene el encuentro, la acogida del que es distinto, del que provine de otro lugar y de otra experiencia y está dispuesto a hablarnos de lo que siente y conoce.
Aunque son muchas las razones que nos animan al esfuerzo de organizar un encuentro como el que esta noche nos congrega, si me pidieran que lo expresara en una mínima fórmula, diría que ella es para tener el privilegio de escuchar a otros que vienen de otras partes y traen consigo experiencias y aprendizajes.
Hay la idea misma de escuchar algo que pueda resultar demasiado obvio, y por ello mismo engañosa. Vivimos bajo ciertas presunciones que no siempre facilitan el acceso considerado del otro a nuestro ámbito, venimos de una larga cultura marcada por el fuego del celo y el recelo; estamos convencidos de que escuchamos y tal vez eso no sea tan cierto como creemos. Asociamos la idea de lo seguro a lo que nos resulta conocido y repetido: prejuicios, múltiples desengaños. Una economía de menor riesgo interviene y obstaculizan la posibilidad de interactuar con aquellos que provienen de un universo humano emocional y productivo distinto al nuestro, y resulta que los relatos de muchos de nosotros, en nuestras historias de vida, en las cosas que nos han pasado y que han cambiado nuestro destino para siempre, a menudo nos encontramos con que ha sido un otro, algo o alguien, que no integraba el elenco de nuestras representaciones, o que no formaba parte de nuestras expectativas o del cartel de nuestros conocidos, la figura que un buen día irrumpió y nos trajo una novedad que ha sido decisiva en nuestras trayectorias; sé que cada uno de ustedes sabe a lo que me refiero, marchábamos por un camino a una velocidad promedio, hasta que en un instante de un modo imprevisto, una fuerza, una decisión, un ser inesperado cambió la ruta y el objetivo.
Los estudiosos de la cultura venezolana quizás podrían aportarnos una comprensión realmente fundamentada de esta intuición, pero me siento bastante ganado a la idea de que la aventura y el riesgo del otro han sido tremendamente fructíferos en nuestra tierra de mestizos y mestizajes, a la que se han ido sumando, incorporando, integrando oleadas y hasta generaciones de gente venidas de tantos lugares. Siglos y siglos, donde la narración del foráneo es llega, se aviene, se instala y aquí permanece, se repite infatigable como si ese fuese uno de nuestros sentidos, uno de nuestros signos tectónicos. Pero también es posible que una paradoja sea parte de nuestro patrimonio, la misma cultura que se ha ido forjando tras sucesivas oleadas de seres, que llegaron y ocuparon estos espacios, estas costas, estas llanuras y montañas, a lo largo del tiempo, esa misma cultura o una parte de ella podría haberse apertrechado de un cierto endurecimiento, de una cierta cerrazón para escuchar, de una cierta resistencia o negación para abrir las ventajas y hacerse cargo del vasto universo de novedades que nos rodean.
Por ello, las palabras que quiero invocar esta noche es apertura. En lo que ella propone como disposición hacia el mundo y los demás, abrirnos a lo que viene de afuera ha sido y debería seguir siendo nuestra fuente primordial de interrogantes sobre lo que somos y sobre el modo en que vivimos, el que es distante, el que es distinto, trae siempre otras energías tangibles e intangibles, otros sueños, otros espejismos, proyectos de variados carácter y relatos de vida que se han alimentado de materiales de distinta procedencia.
Entonces, cabe decir frente a testigos como Dared Walcott, como Muhammad Yunus , ese otro al que me refiero con excesiva frecuencia, ha estado aquí, no lejos, sino entre nosotros, y que en el seno mismo de nuestra cultura, en la manera como la realidad cotidiana transcurre con sus días y sus noches, quizás hasta sin percatarnos de ello, demasiadas vidas y experiencias se nos han vuelto ajenas, ausentes, casi invisibles o simplemente inexistentes. Nos pesa, nos estremece ¿estamos acaso impedidos de aceptar que varias generaciones de venezolanos podríamos habernos equivocado? No cualquiera, sino las conformadas por las personas que estábamos llamadas a mantener vigilante y orgánica una visión del país y que lentamente, que al compás de los años, nuestras miradas perdieron alcance y nos entregamos a la práctica de limitadas rutinas que creíamos suficientes y eficaces, resultando que un día, como quien se despierta en un lugar cuya arquitectura ha sido modificada, comenzamos a sentir que el nuestro se había convertido en un país que no reconocíamos del todo, porque dentro de él había presencia que sentíamos como extrañas.
Debemos considerarlo, sopesarlo en su significación, el sentimiento de extrañeza no vive fuera sino dentro de cada quien. Lo que hace asombrosa la obra poética de Derek Walcott y también su notable trayectoria como experimentador del teatro, ensayista, y estudioso de la poesía, especialmente de la escrita en inglés, no es sólo la profunda y diría que inimaginable revitalización de la lengua inglesa, que aporta desde afuera, desde su condición periférica, sino una profunda y reiterada conciencia y autoconciencia racial, cultural y política. Porque se define a sí mismo, como un antillano, como un ciudadano de lo híbrido que no teme reconocer su condición de hombre mestizo.
Walcott ha proyectado una escritura, creo yo, cuya resonancia ha alcanzado a muchas personas incluso en nuestra lengua.
Un eco semejante, pero hecho de otra materia nos hizo pensar en la admirable figura de Muhammad Yunus. También, él nos devuelve a esa estimulante paradoja que es el pensamiento de qué está cerca y qué lejos. Basta una somera revisión a los datos más visibles del trayecto biográfico de Muhammad Yunus, y al impacto que ha tenido utilizar el microcrédito como herramienta para superar la pobreza a través del Grameen Bank, para preguntarnos de inmediato cuán alejada está Bangladesh de nuestra complejidad social y económica. Cuando un sistema que fue concebido y diseñado para atender a una específica realidad, ha servido de inspiración no sólo a Banesco en Venezuela, sino también a muchas otras organizaciones especializadas en finanzas tanto en América Latina como en otras zonas del planeta.
Es sorprendente leer algunos de los discursos y artículos que Yunus ha publicado para narrar todo lo que fue necesario diligenciar para así encontrar una solución financiera a una interrogante profundamente humana, esa que nos dice que todos merecemos por lo menos una oportunidad en la vida. Lee uno con perplejidad y admiración la poesía de Derek Walcott y se percata de cuanto en ella de autoafirmación y de avance sobre el mundo a un mismo tiempo, piensa uno, mejor dicho, pienso yo, en este país al que amo con mis entrañas porque soy de aquí y no puedo ser sino de aquí para siempre, y levanto mi cabeza todos los días para fijar mi atención en tantas cosas que están a nuestro alrededor, tanta lucha, tantas pequeñas maravillas, coraje, fecundidad, empeño, transigencia y también intransigencia que se disfraza bajo distintos ropajes, y me digo que las instituciones oficiales o privadas, los funcionarios del Estado y lo de las empresas, los que escriben y los que toman decisiones, todos sin excepción, tenemos un déficit o un superávit con el verbo escuchar y con las formas y las consecuencias que ello exigen.
Es una lejana presencia entre nosotros, o está próximo el bengalí, Muhammad Junus, Premio Nobel de la Paz 2006, hoy por hoy la voz más influyente del destino próximo de los sistemas financieros del mundo, la extraordinaria visión que alcanzó a partir de su fecunda compenetración con cuanto le rodeaba, nos habla y nos estimula a considerar su validez en la realidad venezolana, viene de la proximidad o de alguna particular lejanía, el antillano Derek Walcott Premio Nobel de Literatura 1992, de quien los expertos han señalado que su obra constituye la más alta renovación de la poesía en lengua inglesa que se haya producido en más de un siglo.
Señor Derek Walcott, señor Muhammad Yunus, reciban ustedes nuestra gratitud por haber aceptado esta invitación, de haber llegado hasta esta su casa, nuestra casa. Lo mismo digo a todas las personas que esta noche nos acompañan en Ciudad Banesco, honrados nos sentimos de tenerles aquí.
Como ustedes saben, desde el día en que se inauguró Ciudad Banesco, ésta es también vuestra casa. Frente a tan magníficos testigos nos hemos permitido abrir las puertas de este lugar para recordarnos a nosotros mismos y para compartir con tanta gente que apreciamos y admiramos, el incalculable, fructífero, esperanzador tributo que tiene escuchar a los otros, de escuchar e intercambiar, de observar y admirar, de disponerse al otro que este proviene el sentido hondo y duradero de la convivencia.
Ha llegado el momento de escuchar a nuestros invitados, queremos recibir de ellos la experiencia, el sentimiento y la sabiduría con la que estamos convencidos nos obsequiarán, queremos ofrecerles lo mejor de nuestra hospitalidad, abrir nuestros espíritus a los que tienen que decirnos.
Brindamos, pues, una ofrenda a la opción de vivir siempre en paz. Démosle la más calida bienvenida. Muchas gracias
Derek Walcott
“Quiero agradecer esta hospitalidad tan maravillosa que he recibido en la ciudad de Caracas, por la cual estoy sumamente agradecido y sorprendido. He estado muy preocupado en tratar de decidir qué es lo que debía decirles, porque no soy muy aficionado a dar discursos o a la prosa. Soy un mal pensador. Entonces yo pensé que quizás lo mejor que podía hacer era leerles una poesía, especialmente de un libro que se titula Omeros.
La sección que les voy a leer trata de la experiencia de un pescador negro que se llama Achille o Aquiles, que sale a pescar un día y sufre una insolación, y en ese instante de insolación él viaja a África en su memoria, y como un sueño no tiene tiempo y no está marcado por la lógica todo lo que le sucede a Aquiles en ese momento de insolación ocurre en un instante y lo que sucede es que él regresa a África, a la Costa de África y su canoa ha sido transportada por un pájaro muy pequeño, por una golondrina.
Esta sección lleva a Aquiles a remontar un río donde llega a la aldea de sus ancestros. Ahí yo no sé cuántos tatarabuelos y bisabuelas se encuentra. Pero cuando los encuentra no se pueden comunicar porque se han separado en sus lenguajes.
Esto para mí está relacionado con el tema de esta conferencia, la cual me honra muchísimo en el sentido de que están impotentes, no pueden expresarse en los lenguajes, en el idioma que ellos conocen. Así que la experiencia africana en el Caribe es exactamente igual a la judía, a la española, o la china en el Caribe.
Una vez que nosotros cruzamos este meridiano, pues estamos llegando a un área del olvido y el esfuerzo del nuevo mundo implica un esfuerzo en recordar, y algunas veces esa memoria ha sido bloqueada forzosamente por esclavitud, por trabajos forzados, por masacres.
Entonces estas historias son tristes, son trágicas. La realidad de ello es que no importa cuán trágico sean estos episodios cuando los esclavos sencillamente fueron tirados por la borda, como si fueran cambures podridos, y eso es lo que eran: sencillamente era un cargamento, y cuando no servían, pues los botaban por la borda. Pero así como los cambures sanos pudieron sobrevivir, los esclavos sobrevivieron. Fue un trabajo de supervivencia y aguante, y esto incluye a personas de Europa como a personas de África. Personas que tuvieron que hacer un esfuerzo para renombrarse así mismos, y eso hasta cierto punto es el poder de la expresión de saber quiénes somos.
El poema es un tributo entonces a la gente sencilla, a la gente que ha sido reducida. El héroe, o aún el anti héroe del poema, es un pescador y por naturaleza no es heroico, es sencillamente pobre y analfabeta. Pensé que cuando yo estaba escribiendo el libro quería brindarle un tributo a la vida y en realidad es un tributo a estas personas, a la forma cómo vivían. No son héroes maravillosos sino gente que se encuentra trabajando en la playa, haciendo su trabajo y, sencillamente, dándole su vida al mar.
Entonces cuando esta sección comienza, Aquiles sufre una insolación y trata de recordar quién es.
No era algo que pudiera olvidarse, como la bruma marina o el estruendo de las rompientes contra las abruptas playas de Senegal o de la Costa de Guinea. Agarró la tapara y la vacío a chorros sobre su cráneo hirviente. Luego se volvió a sentar y trató de calmar el oleaje del vómito en su estómago.
Después empezó a desatar los nudos de la vela. Mientras tanto, el bobo de su compañero seguía tan tranquilo preparando la cesta del pescado. El tiempo es la métrica, la memoria la única trama.
Recordaba este río insolado con unas chozas montadas sobre unos pilotes, donde delgadas figuras desnudas, cuando pasaba remando, lo miraban amables o duramente en su silencio. El silencio es una vieja cerca que arde en el corazón de un niño.
Acompañado en su regreso al hogar entre fogatas en un claro abrasador cerca de la orilla de los bajíos de suaves labios cuyo rumor hería su palpitante corazón, mientras la curiara deslizaba su tosca cuña pintada hacia las desvencijadas varas de un embarcadero amarradas con bejuco.
El río mudaba su vieja piel como una serpiente bajo el sol candente que proseguía su dominio sobre este brazo del Congo; la proa encontró su pilote en el río y se frotó en él la nariz, como un cerdito que se topa con su ubre preferida en la marrana de dulce gruñido, y ahora cada mejilla dejaba correr su propio riachuelo de cristalinas lágrimas, mientras Aquiles, llorando, amarraba la proa de la curiara, enjuagaba sus ojos con la palma seca de su mano, y sentía que una mano fuerte le ayudaba a subir al bamboleante embarcadero.
Y en este momento yo soy, Aquiles, como escritor. Yo soy el héroe, el líder del poema. Entonces debo admitir a mis antepasados que no somos puramente africanos o puramente irlandeses o británicos, que ellos están totalmente fusionados, y esta es la experiencia del Caribe, tenemos más de un ancestro, más de un antepasado, eso es lo que quiero decir.
Una mitad de mí estaba con él; la otra con el guardia marino por un canal holandés. Pero ahora, ninguna era más feliz o infeliz que la otra.
Ahora, aquí reconoce a un viejo que viene en su dirección y comienza a ver en este hombre que viene, sus rasgos anteriores. Es como si estuviese enfrentado así mismo, caminando hacia sí mismo, puesto este hombre lleva sus propios rasgos. O sea, que es el nuevo mundo que ve en el espejo del viejo mundo.
Un viejo le pasó el brazo por el hombro a Aquiles, y la vocinglera muchedumbre marchó detrás de ellos. Le tocaban los pantalones, la camiseta, le arañaban la textura con las manos, como un gatito hace con la ropa, hasta que llegaron ante una choza abierta. El sol se detiene con expectante silencio. El río para de hablar, así como, a veces el silencio apaga de pronto un mercado.
El viento se agazapaba en la hierba. Un hombre seguía caminando con pasos firmes hacia él, y supo por la manera de andar que era él mismo en su padre; los mismos dientes blancos, las mismas manos que se abrían.
Buscó sus propias facciones en las de quien le dio la vida y vio dos mundos allí reflejados; el cabello era la espuma que se enrosca alrededor de un escollo, la frente un río que frunce el seño, mientras corrían por el estuario de un amor asombrado y el Tiempo se quedó parado entre los dos.
El único intérprete de la charla compartida de sus labios era el río con la espuma, y el chapoteo del agua bajo las varas del embarcadero, donde la tribu estaba parada como una hilera de pilotes invertidos por sus reflejos. Luego subieron al caserío, y pareció, mientras hablaban, que todo había sido ensayado siglos atrás. Pudo predecir el propósito de los gestos de su padre: staba caminando con los muertos.
Las mujeres hicieron un alto en su labor, luego sonrieron al guerrero de regreso de su combate con el humo, y de regreso del reino donde había sido capturado; lloraban y eran felices.
Y ahora este encuentro se va a transformar un tanto, porque el padre no entiende el idioma del hijo y el hijo no entiende el idioma del padre, y entonces esto es lo que sucede en el nuevo mundo, se nos olvida el idioma de donde venimos, recordamos parcialmente el español o el yoruba, o lo que sea, pero sencillamente el olvido es parte de nuestra condena, y también la búsqueda continua es parte de nuestro destino, pero la gira que viene del viejo mundo hacia el nuevo mundo, está basada en una mala interpretación, entonces en nuestros intercambios uno no entiende lo que el otro quiere decir.
Luego los pescadores se sentaron al pie de un árbol, rodeado de un círculo de piedras. Su padre dijo: Afolabe, tocándose el corazón.
En el lugar de donde vienes, ¿cómo te llaman?
La tribu susurra Aquiles. Luego igual que cedros al alba, los susurros se serenan.
Afolabe
Aquiles. ¿Qué significa ese nombre? Olvidé el que yo te había dado. Pero eso fue hace muchos años.
¿Qué significa ese nombre?
Un nombre tiene sentido. Las cualidades que uno quiere que un hijo tenga o una hija; porque de modo que hasta las sombras que te llamaron esperaban alguna virtud de ti, porque cada nombre es una bendición, ya que me acuerdo de lo que yo esperaba de ti cuando eras niño. A menos que el sonido no signifique nada. Entonces no serías nada. ¿Acaso creían que no eras nada en ese otro reino?
Pero bueno, Aquiles, si yo te señalara y dijera: Este es el nombre de este hombre, ese árbol y ese padre ¿acaso el sonido sería una sombra que te atraviesa el oído, sin la forma de un hombre, de ese árbol y ese padre? ¿Qué sería? (Y así como las ramas se mecen en el ocaso por temor a la amnesia, al olvido, la tribu comenzó a afligirse.)
Ningún hombre pierde su sombra a menos que sea de noche, pero aún entonces su sombra está oculta, no perdida. Con el brillo de la aurora, el hombre se alza con su propio nombre en esa luz.
Cuando baja al río con los demás pescadores su sombra se estira en la mañana y bosteza, pero tú, si no te importa no saber lo que significan nuestros nombre, entonces yo no soy Afolabe, tu padre, y tú miras por mi cuerpo como la luz a través de una hoja. No estoy aquí, o sólo soy una sombra. Y tú, hijo sin nombre, eres sólo el fantasma de un nombre.
¿Por qué nunca me hiciste falta hasta que regresaste? ¿Por qué no me hiciste falta, hijo mío, sino hasta que estuviste perdido? ¿Acaso eres el humo de una hoguera que nunca ardió?
No había respuesta para eso, igual que en la vida. Aquiles asintió con la cabeza, las lágrimas nublaban sus ojos, donde se reflejaba el pasado lo mismo que el futuro. La blanca espuma le bajó la cabeza.
Muhammad Yunus
Buenas noches. Me siento muy raro porque después de esa voz tan bella, cantante, ese ambiente tan pacífico, yo voy a hablarles del dinero. Perdónenme por hacerlo. Me gustaría más no hablar, pero ya que he sido invitado para hablar de mis experiencias, lo haré. Es un placer haber vuelto a Venezuela. La primera vez que vine en el año 2001 yo no sabía casi nada de Venezuela, porque en Asia, sobre todo en el sur de Asia tan lejano de Latinoamérica, el ser humano en esa región no sabe nada de América Latina, y los latinoamericanos no saben nada de esa región tampoco.
Así que para mí eso fue un gran descubrimiento, mi venida en el año 2001. Me siento tan contento de haber vuelto, y veo yo todo el calor humano que ustedes tienen, que han demostrado por nuestro trabajo, por todo lo que hemos planteado respecto a nuestro trabajo. Voy a introducirles primero Bangladesh, porque muchos se estarán preguntando dónde está ubicado. Está en el Sur de Asia al lado de India y Nepal. Es un pedazo de tierra muy pequeño de sólo 145 kilómetros cuadrados, con una población de 145 millones de personas. Ya ven como vivimos uno al lado del otro, chocamos y nos movemos.
Una manera en que hemos descrito nuestra población es la siguiente: si pudiéramos traer a toda la gente que hay en el mundo, 6 mil millones de personas, digamos, el único lugar donde podrían vivir sería en Estados Unidos. Bueno, la ciudad de Bangladesh en sí tiene una densidad un poco mayor. Así que ahí nos encontramos luchando con nuestro propio destino, y la única vez que, probablemente, los periódicos hablan de Bangladesh, es cuando nos pasa algún gran desastre como una inundación, Cuando Katrina llegó a Louisiana, fue noticia por todas partes, claro que es una noticia grande, murieron tantas personas. Pero tantas veces ha habido Katrina aún mayores en Bangladesh y para nosotros es simplemente parte de nuestras vidas.
Y luego hablamos hoy. Oímos hablar del recalentamiento global, del efecto de los gases de invernadero y, sin embargo, nos preguntamos cuando eso ocurra, cuál va a ser el país que desaparecerá primero. Será Bangladesh? No solamente desaparecerá, millones de personas estarán desubicadas ahí y el resto de esas personas, sus vidas y la ecología, va a ser tan perturbada.
Ahí fue que comenzó mi trabajo, yo estaba enseñando en Estados Unidos, en los años 70 y, súbitamente, hubo una gran guerra civil en Bangladesh. Muchos murieron de parte del ejército de Pakistán. Nosotros éramos ante parte de Pakistán, pero en este caso fue nuestro propio ejército, el mismo ejército Pakistán que nos mató tantas personas que devastó en nuestro país. Entonces hicimos campaña para lograr la independencia, y al final del año 71 nos independizamos e inmediatamente yo decidí que tenía que volver y participar en la actividad de crear una Nación, y cuando lo hice, tomé un trabajo de las universidades porque eso era lo que me gustaba tanto, enseñar. Entonces estábamos pasando por un momento de euforia, éramos un país independiente, e íbamos vamos a arreglarlos todo, todos nuestros problemas.
Pero pronto nos dimos cuenta que los sueños se vuelven pesadilla y nuestros sueños se volvieron pesadilla. En 1974 tuvimos una enorme hambruna. No podíamos alimentar a nuestro pueblo. No había suficiente alimento, la gente moría de hambre. Y ahí me encontraba yo, un joven profesor que venía de Estados Unidos hablando de teorías elegantes en nuestras aulas, con nuestros estudiantes, y cuando salía del aula veía a la gente morir de hambre. Eso no es algo placentero para nadie, no queríamos ver algo así. Así que me sentí horrorizado. Me sentí totalmente impotente, inútil. Todos estos libros, estas teorías. Sin embargo, no me ayudan a hacer nada, no puedo hacer nada con estos libros y teorías. Entonces tomé una decisión: yo sigo siendo un ser humano, no necesito que nadie me dé una lección de cómo ser un ser humano, es parte de mí el ser un ser humano. Por qué yo no salía mejor de los predios universitarios. Iría a la aldea que se encuentra al lado de la universidad, para ver si podía hacer algo, para ayudar aunque sea 1% un solo día, pero yo decía, no sé cómo pero ya vería.
Es exactamente lo que comencé a hacer. Hice muchas cosas pequeñas y mientras lo hacía fui enfrentándome a algo: las actividades de los prestamistas usureros. Esto era tan frecuente. Y yo decía la gente muere de hambre y los usureros se están aprovechando de ellos. Entonces como yo era investigador dije, bueno, vamos a ver cuántos prestamistas hay en esta aldea. Tomé un estudiante mío y fue paseando por la aldea para hacer una lista. Cuando la terminé la lista observé que tenía 42 hombres en la lista de personas que habían pedido prestado dinero y todo el dinero que se había pedido prestado eran 27 dólares. Yo no podía creer que podía haber tanta humillación por menos de un dólar por persona.
Y ahí estaba yo en las aulas como cualquier profesor de economía en cualquier parte del mundo, hablando de planes quinquenales, de industrialización del país, de miles de millones de inversiones, y ese profesor no tenía ningún conocimiento del hecho de que la gente no espera miles de millones de dólares. Ellos estaban sufriendo porque no tenían centavos, que nadie les daba. Me sentí horrorizado porque a unos pocos pasos de mi aula eso es lo que estaba ocurriendo. No es la primera vez que ocurre. Probablemente ha estado ocurriendo durante siglos y a nadie le importa.
Luego pensé en cuál podría ser la solución. El problema es tan difícil. Súbitamente pensé, el problema será difícil pero la solución es sencilla. Me emocioné. Pensé: si yo les doy esos 27 dólares a esas 42 personas, ellos podrán devolver el dinero al prestamista y liberarse de él. Eso fue lo que inmediatamente hice. No me di cuenta de lo que iba a pasar. Fui a la aldea y la gente me miraba de manera muy diferente, me miraban como si hubiera bajado del cielo. “¡Ees un milagro!”. Nadie había hecho nada parecido y me sentí emocionado. Pensé: si uno puede darle felicidad a tantas personas con tan poco dinero, por qué no seguir haciéndolo. Es tan fácil. Decidí hacer más porque la gente lo apreciaba tanto y que eso significaba tanto para sus vidas. Pensé que debía hacerlo, pero me pregunté cómo hacerlo y mi pensamiento principal fue por qué no vincular a estos aldeanos al Banco que está en la universidad.
Con gran entusiasmo fui al gerente del Banco y le expliqué que debería darle préstamos a los pobres de la aldea y él me miró como si no entendía. No podía creer lo que yo había dicho, siguió argumentando y argumentando. Decía que no se podía. Y yo le pregunté, ¿usted lo ha hecho antes? Dijo: no. Yo le decía: por qué no prueba y él decía: es imposible hacerlo, ni vale la pena probarlo, es una locura. Yo insistía: los prestamistas sí le dan dinero. Entonces me dijo: Bueno, sí, pero ellos pueden lograr que ellos le paguen. Nosotros no podemos lograrlo. Seguimos y seguimos discutiendo. Me mandó a altos funcionarios. Fui a ver los funcionarios y finalmente yo aprendí algo de ellos: me ofrecí como un fiador, como garante. Dije: yo voy a firmar todos esos papeles y ustedes me dan el dinero. Al hablar así vi que hablaba su lenguaje, pero todavía tardé unos meses para lograrlo. Cuando se hizo, tomé el dinero, luego de prestarme como fiador, y se lo di a los aldeanos. El Banco me dijo: te puedes despedir de tu dinero, nunca lo vas a volver a ver. Yo dije: nunca he hecho nada que tenga que ver con banca, sé muy poco de Bancos, pero me parece que se puede lograr.
Fijé pequeñas reglas para facilitarles la posibilidad de reembolsar el dinero, y me sorprendí, funcionó, absolutamente todo el mundo me pagó. Me sentí más emocionado y volví a repetirlo en otra aldea, en otra más, en 10, 20 aldeas, y sin embargo el gerente bancario no cambió de parecer. Siempre seguía esperando que todo colapsara. Cada vez que yo regresaba el me decía: esta vez vas a colapsar. Tuviste suerte la primera y la segunda vez, no vas a tener tanta suerte después. Y yo dije, bueno, hasta que fracase. Después de hacerlo en 20 ó 30 aldeas pensé, por qué trato yo de convencer a este hombre del Banco, él nunca va a cambiar de parecer, y no lo podremos cambiar, así que vamos a olvidarnos del Banco, por qué no puedo yo crear un Banco separado para los pobres. Entonces empecé a hacer cabildeo ante el gobierno para obtener una solución, para que el gobierno me otorgara una licencia para crear un Banco para los pobres, y todo el mundo seguía diciendo: ustedes están locos, ya tenemos bastantes problemas dándole dinero a los ricos que tampoco nos reembolsan, porque nos vas a crear más problemas todavía. Yo les dije: no va a ser un problema para usted porque no le estamos pidiendo dinero a usted, va a ser nuestro dinero.
Finalmente con conexiones y simpatías subí al gobierno, logré esas autorizaciones y nos convertimos en Banco en 1983. Comenzamos en el año 76 y en el 83 nos convertimos en Banco porque seguimos expandiéndonos. ¿Qué es lo que hacemos. Es algo diferente de los Bancos convencionales? Eso es lo que me pregunta la gente porque los préstamos son muy pequeños, de 10 dólares, de 20 dólares. Me preguntan, ¿es ésta la diferencia? Si un Banco, Citibank, por ejemplo da 50 dólares serán lo mismo que el Banco Grameen? Y yo dije no. La diferencia no es el monto. La diferencia la hace la manera de hacer el negocio, porque nuestro primer principio desde un comienzo, es que la gente no vaya al Banco sino que el Banco vaya a la gente. Eso es lo que hicimos. Hoy en día tenemos como 2 millones de prestatarios en nuestro Banco y nosotros seguimos tocando a sus puertas para trabajar con ellos. El Banco Grameen tiene 24.000 personas que trabajan para nosotros, que se reúnen con estos 7,2 millones de prestatarios físicamente en el lugar donde viven los prestatarios . Como punto de partida fue eso lo que les hizo sentirse cómodos.
Lo segundo es que eliminamos completamente toda la burocracia. En realidad eso es lo que más le duele a los pobres. Ellos no pueden dar garantías, entonces no vamos a exigir ninguna garantía, ningún documento, ningún historial del pasado. Simplemente hubo un préstamo basado en un acuerdo de caballeros y todo el mundo dijo:
– “Ay, ahora si se va a meter en problemas, algún día va a ver que nadie le va a reembolsar nada”.
– Profesor Yunus ¿usted puede dormir tranquilamente de noche?
– Sí.
– Usted está dando esa cantidad de dinero, millones de dólares, y no tiene ninguna garantía.
– Duermo muy tranquilamente. No me preocupa en nada. Nuestra tasa de reembolso tradicionalmente es 99%.
Hay otra cosa en la que diferimos de los bancos tradicionales. Cuando yo estaba argumentando ante los bancos convencionales que ellos no debían rechazar a los pobres, le dije: esto es injusto. Totalmente. Ustedes simplemente tienen un club de personas exclusivas para que ellas sigan enriqueciéndose y cierran las puertas a aquellos que necesitan el dinero para seguir subiendo. Ustedes rechazan a enormes cantidades de personas, rechazan a dos tercios de la población mundial que no podría calificar para un préstamo bancario. Piensen en Venezuela ¿cuántos hay que no calificarían para un préstamo bancario? Les dije, no solamente no deben rechazar a los pobres, tampoco deberían rechazar a las mujeres.
Los bancos se me pusieron bravos y dijeron esto no es así. Y yo dije: sí es así. Muéstreme la composición de género de ustedes ¿Cuántos prestatarios tienen y cuántos son hombres y cuántas son mujeres? Ellos no me dijeron. Les dije que si uno por ciento de ellos eran mujeres, simplemente, uno por ciento, iba a aplaudirles, a resaltar el excelente el trabajo que ellos hacían. Pero no llegaba ni siquiera el uno por ciento, ni hoy en día hay uno por ciento. Entonces yo dije, hay algo equivocado también en como tratan a las mujeres. Así que pensé que la mitad de los prestatarios de mi banco debían ser mujeres y cuando fui a tratar de convencer a las mujeres más pobres a que tomaran un préstamo, digamos de diez dólares, de quince, veinte dólares, un monto muy pequeño, inmediatamente dijeron: “no, no, no, no. Yo no sabría que hacer con el dinero, le tengo miedo al dinero, yo nunca he tocado un dinero en mi vida. El dinero es algo que maneja mi esposo, yo no lo manejo”. Salían corriendo cuando nos veían, huían de nosotros. Decían “ellos vienen a darnos dinero” como si estábamos haciendo algo horrible. Los estudiantes que trabajaban conmigo se cansaron. Pensaron en que nos olvidáramos de las mujeres y en que debíamos concentrarnos en los hombres porque es mucho más fácil con ellos. Yo dije: no. Me dijeron: “Pero las mujeres no lo quieren”. Yo dije: mire, pero la que habla no es la mujer. El que habla es la historia, el pasado de esta mujer, tantos años de exclusión. Esta mujer está tan asustada, son capas y capas de temor lo que ella tiene, así que la estrategia más segura para ella es no involucrarse en nada parecido para que nadie se le ponga bravo. Les pedí que siguieran explicando: sigan explicándoles, algún día cuando esas capas de miedo desaparezcan, una mañana ella se despertará diciendo “voy a pedir dinero. Después de todo, yo sabré como usarlo, y ese es el día que vamos a esperar”. Otra cosa que ayudaba es que cuando las pocas mujeres empezaron a recibir dinero pasaron a ser ejemplo para las otras diciendo si ellas no toman el dinero por qué yo no puedo hacerlo, hasta le puedo dar mejor uso, así que nos tardó seis años para lograr el 50% de mujeres. Estamos tan felices haberlo logrado, todo el mundo decía que no podíamos lograrlo y sin embargo lo hicimos.
Luego nos dimos cuenta de otra cosa. El dinero que llegaba a la familia a través de la mujer traía tanto beneficio para la familia. Los niños eran los primeros beneficiarios, mejoraba la vivienda, las mujeres utilizaban ese dinero con mucha cautela, realmente lograban el máximo de ese dinero. Entonces cambiamos nuestra política y dijimos, bueno, vamos a olvidarnos de que sea el 50%, vamos a tener que concentrarnos en las mujeres, y es lo que empezamos a hacer, por eso es que 97% de todos los prestatarios actuales son mujeres, o sea, literalmente somos un banco que trabaja para mujeres pobres y es propiedad de mujeres pobres. No es un banco propiedad de otros y las mujeres reciben préstamos, no, 7,2 millones de personas son no sólo clientes sino propietarias del banco, son parte de la Junta Directiva del Banco.
Cuando se anunció el Premio Nobel dijeron que la mitad del premio sería para mí y la otra mitad sería para el Banco Graneen. Luego del Comité Nobel me llamaron y me dijeron: bueno, a usted le vamos a dar parte de su premio, pero ¿a quien le vamos a dar la parte que es para el banco? Y yo dije, claro, yo sólo soy empleado, yo no debería representarlas. Deberían ser los propietarios quienes vinieran y me preguntó el del Premio Nobel y ¿quiénes son? Pensó probablemente en un rico, pero yo le dije: no, son 7,2 millones de mujeres pobres en Bangladesh. Ellas son las propietarias, bueno, el se asustó porque Noruega tiene solo 4,2 millones de personas, de habitantes, y para él siete millones de personas adicionales… ni siquiera podía imaginarlo. Le dije: bueno, no voy a traer los siete millones, voy simplemente a traer nueve de las mujeres que son parte de la Junta Directiva. Las elecciones actualmente son cada tres años, hay nueve miembros de la Junta y vamos a traer las nueve personas. Así que fue el Premio que recibió una mujer pobre de Bangladesh en nombre de todas las mujeres pobres en Bangladesh y todas las mujeres pobres del mundo se convirtieron en Premio Nobel, y fue una celebración en todo el país.
¿Qué significa todo eso? Bueno, uno le da pequeños préstamos a las mujeres, a las pobres. Pero eso ¿qué le hace a la vida de esas mujeres? Es algo tremendo. Algo que pasó en Bangladesh en los últimos 20 ó 25 años. Tenemos 31 años de creación y desde entonces ha habido un cambio tremendo en el status de las mujeres en Bangladesh. Ha habido emponderamiento de la mujer, emponderamiento dramático, como resultado la tasa de aumento de población ha disminuido mucho. Una cosa llevó a la otra. En el año 1975 nuestra tasa de fertilidad era de 6,7%. Una mujer daba a luz 6,7 niños, hoy en 2006 la tasa de fertilidad es 3 niños. La gente pregunta pero bueno cómo, es un país musulmán, y ahí tradicionalmente la tasa de aumento de población es alta. Entonces, simplemente vemos como al salir del estado de pobreza cambió la vida de la mujer. Las alentamos por ejemplo a mandar a sus hijos a la escuela y lo logramos. Hoy en día ellas tienen 100% de sus hijos en la escuela y luego empezamos a dar becas a los niños que estudiaban con becas. Luego empezamos a dar préstamos estudiantiles para aquellos que pasaban a estudiar en la universidad y esos eran niños que pertenecían a familias totalmente analfabetas, nadie en su casa sabía leer o escribir. No tenían ninguna historia familiar de alfabetismo, pero ahora ya la cosa cambió, muchos de estos muchachos se están convirtiendo en médicos, ingenieros, o sea, que hay una nueva generación totalmente diferente de jóvenes.
Empezamos a prestar a los mendigos, porque la gente decía bueno, deberían otorgarle préstamos a los emprendedores y nosotros dijimos, no, no rechazamos a nadie. Ni siquiera les preguntamos cuál ha sido su pasado. Decimos que no estamos aquí para juzgar su pasado. Estamos aquí para darle apoyo para su futuro. Cualquiera que usted quiera que sea su futuro. No nos importa su historial de crédito, lo que han hecho y demostramos poder hacerlo con todo el mundo y hace tres años y medio para demostrarlo aún más, empezamos a otorgar préstamos a los mendigos. Mis colegas en el banco decían: pero ¿cómo hacerlo? Y yo dije, bueno ¿por qué no vamos a hablar al mendigo y decirle qué te empujó a ser mendigo? Nos dimos cuenta que algunos se volvieron mendigos porque sus padres habían sido mendigos y sus abuelos también, era parte normal en su vida. Nos sentamos a hablar de sus vidas y les propusimos lo siguiente: sigue pidiendo dinero de casa en casa, pero ¿por qué no llevas alguna mercancía para vender? Y si lo haces, te vamos a dar el dinero para hacerlo. Eso no significa ningún trabajo adicional ya que de todos modos vas de casa en casa. Al principio la gente no sabía como reaccionar. Algunos, sin embargo, dijeron: bueno, lo voy a probar. Entonces empezamos con dos mil, tres mil mendigos, ahora tenemos casi cien mil mendigos en nuestro programa. A mí me emociona mucho pensar en eso: en el resultado. Casi un décimo de esos cien mil mendigos han dejado de ser mendigos y la gran mayoría de ellos pasaron a ser mendigos a tiempo parcial, a medio tiempo, así que yo me río y digo como que están cerrando su sucursal de mendigo, y están tratando de abrir más la sucursal de ventas.
¿Qué significa todo esto? A mi manera de verlo, esto significa que todos los seres humanos tienen tanta creatividad en ellos, tienen un potencial ilimitado que sean mendigos, que sea un niño de la calle. Tienen tantas posibilidades. Pero luego construimos nuestra sociedad de tal manera que la mayor parte de esas personas nunca tendrán la oportunidad de darse cuenta de ese don que tienen, ni siquiera lo podrán vislumbrar. La sociedad no les permitirá ni siquiera, no les dará ni la oportunidad de darse cuenta de que con su capacidad podría ser un artista brillante, un poeta brillante, pero a esa mujer nunca se le da la oportunidad de hacerlo ¿por qué? Por cómo el sistema ha sido construido. Entonces, decidimos que la pobreza no la crean los pobres. El sistema que construimos es lo que creó la pobreza. No es culpa de la gente ni de los pobres a los que les han impuesto la pobreza. Es un fenómeno impuesto artificialmente. No es parte del ser humano mismo.
Al verlo de esta manera uno empieza a ver el mundo de manera diferente porque si tratamos de rediseñar nuestras políticas, nuestras instituciones, nuestros conceptos, entonces podemos hacerlo para que no haya más pobres. La semilla de la pobreza está en el diseño, en el concepto, no en la gente. La tarea nuestra será como rediseñarlo y menciono al banco como una institución que no está haciendo lo correcto porque está dejando de lado a la mayoría de las personas. Por eso dijimos ¿por qué no podemos crear un sistema bancario inclusivo, para no excluir a nadie? Excepto los que no quieran dinero, pero vamos a convencerlos de que sí lo quieren, igual que lo hicimos con las mujeres pobres. Yo empecé a hablar del concepto de la empresa. Dije: esto es un concepto a medio hacer. Hoy en día en el mundo entero hay una sola definición de lo que es una empresa y la empresa tiene como fin el ganar dinero, la maximización de las utilidades, de la ganancia, esa es la misión de una empresa, y seguí diciendo: eso es bien humillante, el describir al ser humano como una máquina de fabricar dinero. El ser humano va mucho más allá y sin embargo, la teoría nos ha empujado hacia ese papel de sólo ganar dinero y no nos permite otra opción. Claro que es muy importante ganar dinero, pero también hay otro tipo de trabajo muy importante que no está incluido en el negocio o empresas.
Hay otras facetas del ser humano que deben ser expresadas de maneras diferentes. Y me dije: ¿por qué no crear una empresa, un negocio para hacerle bien a la gente y que no tenga interés de ganar dinero? Que resuelva los problemas de los demás. Eso es lo que yo llamo negocio social, empresa social, de una compañía sin pérdidas y sin dividendos, cuya meta es resolver un problema humano ¿Cuál podría ser esa meta? Sacar a la gente de la pobreza. Es una teoría social. ¿Por qué no podemos diseñar algo o crear empleo para los desempleados? Yo puedo tener una empresa en la que puedo emplear unos y no como caridad, no como beneficencia, sino como una empresa.
En Bangladesh lo que hicimos fue crear, por ejemplo, una fábrica de yogurt, una empresa en colaboración con Danone. La declaramos empresa social, lo cual significa que no vamos a sacar ganancias. Lo que pueden hacer es reinvertir su inversión pero no tener dividendos. Lo que vamos a hacer es que hay muchos niños desnutridos, millones de niños desnutridos en Bangladesh, entonces estamos produciendo yogurt para ellos y añadiéndole los nutrientes necesarios para niños desnutridos: las vitaminas, el zinc, el hierro, el yodo, todo. Y cuando los niños empiezan a comerse el yogurt regularmente, empezarán a alimentarse mejor y de esa manera, poco a poco, podremos alimentarles, darles su alimento completo. Esto es un proyecto social, no estamos pensando en cuánto dinero ganaremos, lo que miramos es cuántos niños desnutridos menos tendremos. Cuando empezamos, le exigí a Danone que el envase en el que se serviría el yogurt fuera biodegradable para no ensuciar el ambiente. Ellos encontraron por fin una solución y les dije: ¿podemos comer este envase? Y me dijeron: No. Entonces yo dije: no, tenemos que encontrar una manera en que los niños no solamente puedan comer el yogurt sino también comer el casquito. Pero me decían: eso nunca hubo. Yo les dije: pero en un helado se puede comer el cono ¿por qué no se puede hacer lo mismo para el yogurt?. Así que ahora están haciendo una investigación para encontrar la manera de fabricar un envase que pueda ser comido y nutritivo. Pero la gente piensa: ¿cómo vas a establecer empresas sociales? Y yo les dije: hay muchas personas locas, muchas personas dan dinero, crean fundaciones a beneficio. Cuando uno hace filantropía el dinero que se entrega desaparece. Por el contrario, en este caso, este dinero se reinvierte, se reproduce.
Y luego dije: para lograrlo tenemos que crear una Bolsa de Valores Social. Ahora, cuando vamos a la Bolsa siempre buscamos la receta que nos permita ganar más dinero. ¿Por qué no crear una Bolsa Social para ver quién está haciendo trabajo para los niños de la calle o quién está ayudando a traer agua potable? Luego vamos a estas empresas y las ayudamos. Las empresas maximizadoras de ganancias hoy en día ellos entrenan a la gente a ser maximizadotes de ganancias. Pero también podemos entrenarlos para también tener una filial, digamos, que pueda ser social. Muchos de ustedes pueden iniciar una empresa social, además de la empresa que usted tiene, y eso será emocionante si eso funciona para la gente. Esta es la idea nueva, el cambiar el concepto para sacar a la gente de la pobreza.
Y lo último que yo dije es que no hay razón de que no desaparezca la pobreza, si seguimos trabajando podemos lograrlo. En el Banco Graneen, 74% de nuestros prestatarios ya han cruzado la línea de pobreza, para el año 2015 hemos prometido que el 100% de nuestros prestatarios habrán cruzado la línea de pobreza. Nosotros en el Banco Grameen lo haremos. ¿Y entonces, cómo sabrán los niños lo que es la pobreza? Creemos un museo de la pobreza para que los niños sepan como fue el pasado cuando hubo pobreza. Podemos crear museos de pobreza en el mundo entero, en todas las ciudades. La última persona pobre que hubo en una ciudad podrá abrir un museo diciendo yo fui el último pobre que existió, porque esto no se debe al ser humano se debe al sistema, hay que reacomodar el sistema y podremos entonces cambiar el mundo. Nadie más sufrirá de la miseria. Ese día podremos anunciar en los periódicos: un millón de dólares si nos encuentra a un pobre. Nadie lo recibirá porque ya no habrá pobreza. Y eso no va a ser en un futuro distante. Eso será muy pronto. Si queremos hacerlo lo lograremos, si tenemos imaginación lo crearemos, si no lo imaginamos no lo crearemos, si no lo queremos no lo crearemos. Querramos hacerlo, vamos a soñar en poder hacerlo. Gracias.
Cierre de Luis Xavier Luján
Estoy seguro que no traiciono el espíritu de todas las personas que esta noche aquí nos hemos congregado, si afirmo que difícilmente olvidaremos lo que aquí ha ocurrido. De todas partes de Venezuela ha venido gente magnífica y distinta, dispuesta a ejercer el maravilloso don de la hospitalidad que consiste en escuchar con apertura y alegría las palabras de otros.
Si algo merece nuestro entusiasmo es constatar la enorme diversidad de la que ahora mismo somos parte. Aquí están poetas y pintores, investigadores de las distintas ramas de la ciencia, comerciantes y sacerdotes, profesionales de todo lo imaginable, hombres y mujeres de la industria, la docencia, las finanzas, la comunicación, la salud y la historia. Lo que se respira en estas salas es un país, es el indeclinable deseo de la Nación venezolana de alcanzar el punto óptimo de la convivencia.
Banesco intenta poner un grano de arena en este proceso de convivencia. Por ello hace unos años creamos la idea de una forma especial de hacer banca, que sirviera para llegar a personas que no tenían acceso al sistema bancario convencional, poder hacerles llegar el crédito y canalizar sus ahorros. Creamos entonces Banca Comunitaria Banesco.
Una realidad presente hoy en las zonas populares de Caracas, Carabobo y Miranda. Nuestro compromiso señores es multiplicar este año los 15.000 millones de bolívares, otorgados en montos promedio de 4.7 Millones cada uno, la mayoría de ellos otorgados a clientes que nunca antes habían tenido una relación bancaria tradicional. Estas damas y estos caballeros, son empresarios conquistadores de un futuro provisor para ellos, sus familias y su comunidad.
Ellos amigos, son los verdaderos emprendedores que sueñan una utopía para Venezuela. Nosotros creemos en ellos y hemos querido llamarlos emprendedores sociales. Son ellos los que en definitiva, le dan sentido a todo lo que hacemos. Ciudadanos de los más diversos lugares de nuestra geografía, que son una fuente de energía para nosotros, porque es a través de su épica, como nos enseñan nuestros invitados de hoy, con sus historias, su creatividad, con la persistencia y un indeclinable sentido de la responsabilidad con sus familias y nación. Esta noche, un grupo de ellos nos acompañan:
- Aaron Ortegoza. Cyber. Barrio Maca, Petare
- Gladys Ramos. Bodega / Charcutería. Barrio Maca, Petare
- Luis Fernández Castro. Panadería San Miguel. Petare
- Mariela Camacho. Distribuidora Jumanela. Mercado de Mesuca
- Martha Montilla. Rectificadora La Fénix. Petare
- Viviana Simarra. Peluquería unisex. Petare
- Doris Barreto. Bodega. La Silsa, Catia
- Jair Piña. Fábrica de sandalias playeras. Alta Vista, Catia
- Luz Mary Ortiz. Transportista. Boquerón, Catia
- Miriam Cedeño. Kiosko y venta de comida. 23 de Enero, Catia
- Nelson González. Venta de empanadas. Calle Colombia, Cati
- Pedro Sánchez. Carnicería. Barrio 5 de Julio, Petare
- Carlos Arias. Charcutería. Calle Canaima, La Vega
- Addis Espitia. Venta de aceites y lubricantes. Los Paraparos, La Vega
- Héctor Pérez. Centro de comunicaciones. Calle La Hoyada, La Vega
- Luis Daniel Díaz. Venta de celulares. Guarenas, Higuerote y Río Chico
- Elisa Castellanos. Venta de empanadas. Caricuao
- Gisela Guzmán Rosario. Uniformes Miraflores. Caracas
- Oswaldo Amaré. Empresa cosmético-farmacéutica nacional. Caracas
- Ricardo Jiménez. Electrónica Avantec. Caracas
Le hemos pedido que nos acompañen para recordarnos a todos la naturaleza del esfuerzo que nos espera en Venezuela durante los próximos años. La tarea de fundar un futuro es del colectivo y de cada quien, como estos emprendedores han demostrado.
Para mí y para las miles de personas que hacemos vida en Banesco, ha sido enriquecedor, honroso y trascendental haber tenido la oportunidad de abrir, una vez mas, las puertas de nuestra casa a cada uno de Uds. Nuestra recompensa es esencialmente una: Que cada quien salga de aquí sintiendo que ha escuchado algo que le importa, que le concierne. Una palabra, una frase que recordará un día, en el momento menos esperado. De ello trata la vocación mas honda de PALABRAS PARA VENEZUELA.
Despidámonos unos de otros con el reconfortante aplauso, que estos emprendedores sociales se merecen.
Muchas gracias.