Por: Elías Pino Iturrieta | @eliaspinoDe acuerdo con las investigaciones de Pedro Cunill Grau, los llanos venezolanos del siglo XIX no pueden relacionarse con el resto del país porque apenas cuentan con picas en las sabanas para procurar la asistencia del prójimo y la atención de la economía. La aspereza del paisaje es un reto ante el cual se rinden los extraños y al que se acostumbran los oriundos. Las hierbas altas forman una espesura que oculta el horizonte, hasta el extremo de que muchos nativos requieran a veces la asistencia de un guía para cumplir su periplo. No existen testimonios de que los comarcanos se preocuparan por la carencia de comunicaciones, aun desde funciones de autoridad. La mayoría de los propietarios vive en Caracas, recibiendo los beneficios de una actividad lejana a la que solo se acercan un par de veces al año, en el mejor de los casos. Un panorama difícil, para quienes pretenden la construcción de una república de orientación liberal.
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